Sumario. El 12 de febrero se celebra el Día de la Juventud en Venezuela. Hay que escuchar a los jóvenes para comprenderlos y poder acompañarlos. Hay mucha desesperanza y poca fe en esta democracia que han conocido. Sobre esas preocupaciones escribo. También sobre algunos canales para su participación.

El 12 de febrero se celebra en Venezuela el Día de la Juventud para recordar la batalla de la Victoria (1814), en la cual participaron jóvenes de la época. Hoy día los jóvenes venezolanos no parecen con ánimo de celebrar nada. A los cercanos de los 20 años se les nota preocupados, con poca esperanza en su presente y en su futuro, con poca fe en los dirigentes políticos… Hay que escucharlos, comprenderlos para poder acompañarlos.

La UCAB socializó el año pasado los resultados de la encuesta ENJUVE. Recupero algunos datos de ese estudio:

Conviene resaltar, en primer lugar, que se ha reducido la población de jóvenes con doble exclusión (ni estudian ni trabajan); 37% en comparación con el año 2013, que tuvo el 23% en esa condición. ¿Cuántos serán los afectados en 2023 por doble exclusión?

En relación a cómo ven el país y los principales problemas, el 47% de los encuestados apuntó la economía como el problema principal, el 18,6 % los problemas sociales, 12,3% los políticos -corrupción malos gobiernos, violaciones de derechos humanos…-.

Algo que llamó la atención fue el poco interés por la participación política, en concreto por votar.  Según la encuesta del 2021, los jóvenes que se consideraban chavistas, un 44,7%, estarían interesados en votar; los ni-ni, un 28,9 %; y los que se consideraban de oposición, un 26,4 %. Solo el 50% afirmó que la democracia era preferible a otras opciones, 22% cree que un régimen autoritario sería preferible, 27,5% les da lo mismo. Cifras para preocuparnos. En el 2013 el 70% consideraba la democracia como el mejor sistema de gobierno.

Ligado a lo anterior, no hay interés por la participación política. Solo un 30% tiene esperanza en los partidos políticos y uno de cada tres tiene interés en participar en alguna organización política. Igualmente preocupa que el 64% tiene temor de ser reprimido por sus creencias. Algo habrá influido la represión en las protestas masivas del 2017 y la reducción evidente de los espacios cívicos para participar.

Completamos la reflexión sobre la necesidad de escucharlos, comprenderlos para acompañarlos. En una reunión, en la cual participamos en un Colegio Universitario de Barquisimeto, en mayo del año pasado, unos 60 jóvenes de los primeros semestres de estudio -casi ninguno- no estaban inscritos en el Registro Electoral Permanente.

Pocos alzaron su mano cuando preguntamos quiénes estaban dispuesto a votar en las próximas elecciones. Uno dijo: “da lo mismo unos u otros”. Otro dijo que era mejor una dictadura. ¡Por poco no nos desmayamos! Sobre los principales problemas, coincidieron con la encuesta ENJUVE: la economía y luego la falta de oportunidades para los jóvenes, la mala calidad de vida.

Les preguntamos a quiénes admiraban y en los grupos salieron estos nombres: Pérez Giménez, Simón Bolívar, Simón Rodríguez, Renny Otolina. Preguntamos por personas que estuvieran vivas, que admiraran y salieron nombres tales como Gustavo Dudamel; algunos mencionaron a líderes de su comunidad, como su párroco, por ejemplo. Hay que indicar que eran jóvenes de sectores populares del oeste de Barquisimeto, en los que se nota falta de referentes. Nadie mencionó a algún líder político actual.

Ciertamente, la situación de los jóvenes, como la de la mayoría de los venezolanos, profesionales y no profesionales, que deben ocuparse de las urgencias diarias, como comer y dar de comer a la familia, con esos salarios tan bajos, uno comprende… pero preocupa que no se vea la democracia y la participación política como una vía constitucional y pacífica para lograr cambios.

Hay que difundir las cosas buenas que líderes y/u organizaciones comunitarias y ONGs logran. Los jóvenes tienen que conocer que los cambios, aunque sean pequeños son posibles. Organizaciones como La Gente Propone, fomentada por el Grupo Cesap, que promueve la participación ciudadana en unos cuantos municipios del país, o la posibilidad de integrar organizaciones para adolescentes y jóvenes como el Grupo Huellas, que forma líderes juveniles en centros educativos de Fe y Alegría, así como en parroquias, son vías que deben ser conocidas.

Los políticos, del bando que sea, deben escuchar a los jóvenes. También los educadores. En los centros educativos, tanto de media como de educación superior, hay que trabajar el tema de la ciudadanía como construcción del “Bien común”. Hay que explorar, hay que inventar, hay que comprender a los jóvenes y aliarnos con ellos para ayudar en su participación comunitaria y política en general. Como dice el papa Francisco: hay maneras de hacer “buena política”.

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