Nos hacemos eco de una de las frases del papa León XIV que aparece en su extraordinaria e inspiradora Carta sobre la educación necesaria para estos tiempos. Toda ella es hermosa y sabia, pero hoy mencionaremos solo algunos elementos de su contenido. Recomendamos su lectura para todos y no solo a los educadores.
El papa se dirigió a unos 8 mil estudiantes en el aula Pablo VI en la Ciudad del Vaticano, quienes participaban en el jubileo de la educación.
Se refirió al Pacto Educativo Global, herencia profética del papa Francisco y que él retoma. Recordemos que, en ese Pacto Global, Francisco, entre otras cosas, insistía en tener a la persona como centro de la educación, así como escuchar a los niños y jóvenes.
León XIV, que fue educador antes de ser obispo en Perú, ha hecho esta hermosa Carta conmemorando los 50 años de la Gravissimun educationis y recalca que hay que “desarmar las palabras, alzar la mirada y custodiar el corazón”. Un buen consejo, ¿verdad? ¡Que la educación desarme las palabras en un país en donde el insulto, los gritos, se nos han ido haciendo como algo “natural”!
Y una afirmación que nos encanta y que nos parece muy sabia es que “La educación cristiana es una labor coral: nadie educa solo”. Eso lo hemos aprendido en la práctica en Fe y Alegría, especialmente en estos tiempos con una educación en emergencia, con nuestro empeño en Alianza por la educación. No solo los educadores podemos salvar esta educación, por mucho que nos esforcemos. “Educación, una labor coral”. Bonita, sabia e inspiradora.
La Carta tiene elementos para reflexionar sobre la actitud que la educación católica debe tener en estos tiempos: “La educación católica no puede callar: debe unir la justicia social y la justicia ambiental. Promover la sobriedad y los estilos de vida sostenibles, formar conciencias capaces de elegir no solo lo conveniente, sino lo justo”. O sea, recordar la importancia del cuidado de la casa común, formar a los estudiantes con valores (muy necesarios para estos tiempos). Justicia social y justicia ambiental. Y en Venezuela esto es superválido, no solo para el estado Bolívar, destruyéndose con las malas prácticas de la minería extractivista, la contaminación de los ríos, por mencionar algo urgente.
El papa recomienda preguntarnos a dónde vamos con la educación y por qué. El horizonte, pues. No es estar de activistas sin saber adónde vamos con ese activismo, añadimos nosotros. Esta tiene que ser una pregunta diaria que deben hacerse los educadores y hacerla en colectivo en los consejos de docentes.
León XIV afirma que la educación, junto con la unidad y la sinodalidad, serán tres de los ejes de este pontificado. Recordemos que la sinodalidad supone apertura, caminar todos, con ritmos distintos, pero cuidando de ayudar a los que se van quedando en el camino. Supone metas comunes.
El papa está consciente de las dificultades de educar en este tiempo: “Vivimos en un entorno educativo complejo, fragmentado, digitalizado”. Y reconoce que las “constelaciones educativas”, esas que han surgido a lo largo de la historia, vinculadas al Evangelio y que han sido capaces de leer los tiempos, de custodiar la unidad entre fe y razón, entre pensamiento y vida, y entre conocimiento y justicia”.
De igual forma, afirma que la educación tiene que responder a nuevos retos. Pone su atención ante los millones de niños en el mundo que no tienen acceso a la educación primaria. Y nosotros subrayamos este pedido, dado que en Venezuela tenemos (¿3 o 4?) millones de niños, niñas y adolescentes fuera de las aulas: No debemos quedarnos sin hacer nada frente a esta realidad.
No podemos incluir en una columna toda la riqueza de esta Carta de León XIV sobre la educación, pero incluyamos unas ideas más: la importancia de la familia como “primera escuela de la humanidad”. Nosotros siempre insistimos en la alianza con las familias; involucrar y tener a los padres y representantes en nuestros proyectos educativos es de vital importancia.
La invitación a nosotros, los educadores, es ver nuestra responsabilidad más allá de un contrato de trabajo. El papa nos dice que “su testimonio vale tanto como su lección”. Coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos.
La educación debe integrar, como también lo señala el papa, a toda la persona: espiritual, intelectual, afectiva, social, corporal, advirtiendo que es necesario evitar el enfoque meramente mercantilista.
Y terminamos por donde comenzamos: “Educar es un acto de esperanza y una pasión que se renueva porque manifiesta la promesa que vemos en el futuro de la humanidad”.
Por supuesto que nos quedamos cortos, pero esperamos haber despertado en los lectores, si es que tenemos algunos, el interés para que se animen a leer completo ese texto del papa León XIV.
Luisa Pernalete