“Yo quiero que mi hija estudie para que sea alguien en la vida”. Esa era la respuesta más frecuente de las madres que buscaban algún cupo en las escuelas de Fe y Alegría, y también en escuelas públicas: “Que estudie para que sea alguien en la vida”. Ellas tenían razón: sin estudio un niño, una niña, un adolescente no tienen ni presente ni futuro, ¡es un derecho fundamental tanto en Venezuela como en el resto del mundo! No es gratis que tanto el papa Francisco con su Pacto Educativo Global como el papa León XIV lo hayan expresado tan reiteradamente. León XIV ha afirmado que ese será uno de los ejes fundamentales de su papado: la educación como acto de esperanza.

Pero, aunque en nuestra Carta Magna se establece el derecho a una educación integral de calidad (artículos 102 y 103), en el Art. 53 de la LOPNNA se reafirma y la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (artículo 28) también lo señala, este derecho sigue siendo una materia pendiente y no solo en Venezuela, eso es verdad, pero veamos cómo está nuestra educación en emergencia.

La exclusión (no sabemos exactamente cuántos niños, niñas y adolescentes están en esa situación, dado que no tenemos datos oficiales desde hace años, pero, según gremios e instituciones que hacen investigación en el área educativa), hay entre 3 y 4 millones de chamos fuera de las aulas. ¡Muchos! Incluso si fuera un millón, aún serían demasiados chamos sin presente ni futuro, a menos que se logren recuperar para volver a clases… Los estudios de ENCOVI, de la UCAB, indican que casi el 50% de los niños entre 3 y 5 años están fuera de la Educación Inicial. ¡La base de la educación! Es la edad donde aprenden más rápidamente. Solo ese dato es como para que todos nos pongamos a correr tratando de incorporarlos a las aulas. Por lo menos ya el Ministro reconoce la problemática de la exclusión; eso es algo, pero no es suficiente unas semanas de acciones, tienen que ser todo el año y con muchos aliados.

Cuando hablamos de chicos fuera de las aulas, pensemos en aquellos que las abandonan, se van de su centro educativo, por diversas razones, a veces económicas (deben ponerse a trabajar); el embarazo temprano es otra causa de abandono y, además, muchas veces lo hacen por aburrimiento, no le ven sentido a la educación que están recibiendo. Esta situación debe hacernos reflexionar, y no solo a los educadores.

Otro tema que preocupa enormemente es la calidad, otra materia pendiente. Estudios de la UCAB nos hablan de lo mal que están saliendo los chicos de 6to grado (no comprender lo que leen) y eso mismo sucede con los bachilleres. No desarrollaron la competencia de la comprensión lectora, debido a lo cual fracasan en la educación universitaria. ¡Muy lamentable!

Recordemos que se han reducido secciones por falta de docentes. Esto es muy serio: nos estamos quedando sin educadores.  Sin maestros no hay escuela, no hay educación ni online ni presencial. Los derechos humanos son interdependientes; se puede tener el cupo, la escuela abierta, pero sin profesores en ciertas materias y no hay maestros para todos. ¿Qué educación de calidad podemos brindar? Según el director del Doctorado en Educación de la UCAB, si seguimos como vamos, por ejemplo, con la reducción de estudiantes en la carrera de Educación (incluso hay universidades que han cerrado esa carrera, como la UCAT –Táchira), en el 2031 no habrá ni un egresado en Educación en el país. ¡Esto es terrible! Y es que aquí tenemos otro problema grave: los bajos, bajísimos salarios de los docentes, tanto en la educación pública como en buena parte de la subsidiada. Son los salarios más bajos de América Latina, más bajos que los de Haití y los de Cuba. Con esos sueldos, que no cumplen con el artículo 91 de la CRBV, según el cual todo trabajador debe ganar lo suficiente para satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia, ¿cómo se le dice a un bachiller que estudie Educación para que pase hambre?

Es verdad que hay iniciativas que animan y mitigan en algo los problemas que atentan contra el derecho a la educación, como, por ejemplo, los esfuerzos que el programa “Leo, juego y aprendo”, impulsado por la UNIMET, dirigido a niños y niñas de educación inicial y de los primeros grados de primaria, mediante el cual se atienden unos 350 centros educativos entre instituciones privadas (ahí están las 121 escuelas de Fe y Alegría donde tenemos esas etapas) y públicas.  De verdad, los niños aprenden a leer a la edad en esas edades privilegiadas para el aprendizaje. Sin embargo, ¡deberían estar involucradas las 20 mil escuelas públicas del país!

La calidad educativa hay que medirla y los educadores tienen que actualizarse. El mundo ha cambiado y la educación no puede seguir siendo la misma. Hay interés de parte de los docentes; lo vemos en Fe y Alegría con los planes de formación permanente en sus escuelas y en los foros chat que ofrece el Centro de Formación e Investigación Padre Joaquín, para docentes de cualquier dependencia, por dar un ejemplo. Son iniciativas pequeñas, pero que indican que hay interés en formarse.  

La educación es un derecho fundamental que está en emergencia, y el Estado, último garante de los DDHH, y toda la sociedad deben preocuparse por garantizárselo a todos los NNA. Por eso la insistencia de algunas organizaciones, como Fe y Alegría, en lo de hacer alianzas para ello. Algo se ha hecho; sin embargo, aún falta mucho todavía.

Les compartimos algunas de nuestras estrofas elaboradas para invitar a esa alianza: Necesitamos la gran alianza/ para educar y dar esperanza.// Los niños tienen derecho/ a tener educación; / hay que enlazar muchas manos/ y que tengan esa bendición.// Sin maestros no hay escuela/ ni alguna educación; // deben ganar lo que es justo; / esa es una condición.// Salvar nuestra educación/ no es asunto solo mío; / hace falta mucha gente; / en alianzas yo confío.// Que vengan los empresarios, / también universidades, / líderes y periodistas/ y también autoridades.// La educación es un derecho, / dice la Constitución; / hay que exigirle al Estado/ que cumpla su obligación.//

             ¿Se anima a dar su aporte?

  Luisa Pernalete