APEEn esta semana me han llegado desde Maracay  noticias muy dolorosa que han hecho de nuevo   sangrar el corazón de Fe y Alegría y nos han llenado a todos de dolor, de rabia y de impotencia: José Fernando Álvarez, 35 años de edad, profesor de Ebanistería en la escuela técnica Fe y Alegría “Jacob Pérez Carballo”, recibió un disparo en el cuello al ser sometido por dos delincuentes cuando intentaban robarlo. Al terminar sus labores como educador, José Fernando acostumbraba trabajar como taxista para conseguir unos ingresos extra, dado que el sueldo miserable de educador no le alcanzaba para mantener a su familia. Fue en esta actividad donde consiguió esa muerte tan injustificada y tan absurda que sólo evidencia el grado de descomposición moral que estamos viviendo. En Venezuela, todo sube de precio, menos la vida humana que cada día vale menos. Se puede matar por unos zapatos, por un celular, por un pote de leche,  o porque me miraste feo. La violencia, alimentada por la impunidad,  nos ha robado las calles, plazas, parques, playas, hospitales, autobuses, escuelas, iglesias, y cada fin de semana llena las morgues de cadáveres y las familias de dolor.

Pero además de  la noticia de la muerte de José Fernando, me han llegado otras también de Maracay que evidencian el grado de anarquía, deterioro y deshumanización  en que nos hemos hundido. Según me cuentan testigos presenciales, hace unos días unos dos mil efectivos de la guardia y distintas policías llegaron a las tres de la mañana a San Vicente, un barrio de Maracay.   Derribaron puertas, golpearon con saña, allanaron las viviendas, sembraron el pánico, maltrataron y humillaron a los habitantes y se llevaron maridos, hijos, hermanos…además de celulares y dinero. Según me informan, los muertos fueron más de 20, aunque según la  información oficial fueron tres. Hubo además más de 800 detenidos.

¿Quién está dirigiendo y formando a esos cuerpos policiales que golpean sin pudor e incluso roban  el poco dinero y las pertenencias de gente humilde?  Su conducta, ¿no se parece demasiado a la de los delincuentes de los que supuestamente deberían protegernos? ¿Quedarán también impunes estos hechos tan terribles y tan vergonzosos?

Es lamentable que, después de Honduras, Venezuela sea el país más violento de América y posiblemente del mundo,  y que seamos ocho veces más violentos que el promedio internacional: La violencia se mide por el número de asesinatos por cada cien mil habitantes. El promedio mundial es 6.5 y  en Venezuela alcanzó, en 2014, la astronómica cifra de 54. En Venezuela, murieron el año pasado  25.000 conciudadanos víctimas de la violencia, número muy superior al de países que están en guerra.  Es como si llenáramos de cadáveres al mayor estadio del país.

Es inconcebible que,  después de más de 15 años de una supuesta revolución  que iba a imponer el imperio de la ética y la moral, la violencia se haya convertido en una  especie de cáncer que ha hecho metástasis en todo el cuerpo social. ¡Basta ya de violencia! ¿Para qué sirve toda esa retórica sobre los Derechos Humanos si el Estado es incapaz de garantizarnos el más esencial de todos que es el derecho a la vida?

 

Por. Antonio Pérez Esclarín ([email protected])

 @pesclarin         www.antonioperezesclarin.com