Beatificaron a José Gregorio Hernández. Su vida debe servir de inspiración para todos los venezolanos, chicos y grandes. Escribo sobre él, como fuente de inspiración, en torno a su amor por el estudio, la ciencia, a educarse y a educar,  su responsabilidad y su gran bondad.

Primero una confesión: de dónde  nació mi cariño y  devoción por el Siervo de Dios,  hoy beato José Gregorio Hernández. Les comento: en la década de los ´90, trabajé en Maracaibo con una fundación que ayudaba a rescatar a niños de la calle, a “huele-pega”;  algunos de los cuales eran devotos de JGH. Recuerdo especialmente a uno, de origen campesino, quien  contaba que en su pueblo, siendo pequeño, cuidaba animales y si se perdía alguno, le rezaba a JGH, este hacía el milagro y ¡se lo encontraba! Ese chico, cuando abandonó la calle, conservó siempre una estampita del médico de los pobres. Yo heredé de esos niños el cariño y devoción por el beato José Gregorio.

Veamos ahora por qué pienso que JGH debe ser fuente de inspiración para todos nosotros.

Primero, su amor y dedicación al estudio. Nació en un pueblo pequeño de Trujillo;  llegó un momento en el cual el maestro que le daba clases  le dijo a su padre: “ya no tengo más que enseñarle a su hijo”. Y su papá, gracias a Dios, decidió mandarlo a Caracas para que continuara estudios. En la capital, JGH hizo su bachillerato y luego entró a la Universidad para estudiar medicina, donde se graduó, y su amor por las ciencias lo llevó a Europa. Siguió estudiando y regresó al país para crear laboratorios de ciencia en el Hospital Vargas. Luego sería profesor de la escuela de Medicina. Hablaba inglés, alemán, francés, portugués, italiano…  Dicen sus biógrafos que era muy apreciado por sus alumnos y compañeros médicos. Así que durante toda su vida estudió y ayudó a otros a estudiar. Diríamos que hoy defendería a las universidades y lucharía por el derecho a la educación.

El valor que le daba al estudio y la ciencia lo llevó a ser uno de los fundadores de la Academia de Medicina. Investigaba:  convirtiéndose en el padre de la medicina experimental en Venezuela. Fundó, entre otras, la cátedra de Fisiología y la Bacteriología.  Publicó varios textos.  Fue pionero de la vida académica y, dicho en términos de hoy, del derecho a la asociación. ¿No les inspira eso?

Otros de sus valores fueron su responsabilidad y dedicación al trabajo. Era tan responsable que, cuando murió una de sus hermanas, a quien quería mucho, asistió un rato al velorio para luego ausentarse e impartir una clase -así era de responsable- y volvió al funeral.

Hay un valor poco conocido: su austeridad. No era rico, ciertamente, pero tampoco podemos decir que su familia fuera pobre. Pero él era muy austero. Esa característica es poco valorada por nuestra sociedad, más dada a la ostentación y al consumismo. Hoy, con tanta pobreza y con unos salarios de hambre, no nos vendría mal darle importancia a la austeridad, no para que nos resignemos a pasar necesidades, sino para que no gastemos en aquello que no es necesario y no nos sintamos mal. La sencillez y la austeridad son valores.

Y por supuesto, de José Gregorio Hernández hay que admirar, pero para imitarle, no para verle desde lejos, su espíritu de solidaridad, su capacidad de servir a los más pobres como médico. La verdad es que hoy en Venezuela tenemos muchos médicos y enfermeras que se están dedicando los pacientes en hospitales públicos;  también conozco organizaciones de trabajadores de la salud, que, de manera independiente, hacen trabajo solidario fuera de los hospitales, siendo “médicos de los pobres”. ¡José Gregorio entre batas blancas haciendo el bien!

Junto con su amor por los demás, recordemos que fue un hombre de fe. Desde pequeño era muy piadoso. Quiso dedicarse a la vida religiosa, pero por problemas de salud, no  pudo hacerlo, sin embargo eso no le impidió seguir siendo hombre de profunda fe, siempre respetuoso de los no creyentes y por eso era también muy respetado por sus compañeros en el hospital.

Creemos que la beatificación de JGH es un buen momento para que los venezolanos le conozcamos mejor, recuperemos autoestima, saquemos fuerzas, nos inspiremos con su vida. Falta que nos hace en este país tener referentes bondadosos, exitosos, honestos y humanos como José Gregorio Hernández.