Me gradué y no sé multiplicar (aplausos)… Me gradué y me rasparon 5 materias (ovación)…  Me gradué y no sé restar (aplausos)…  Me gradué y raspé Educación física (ovación)…  Me gradué y no sé sacar la regla de tres…” y así siguieron otras confesiones parecidas por parte de varios adolescentes con camisa beige y los expresivos aplausos luego de cada confesión.

No sabemos si era un chiste o verdades de graduandos del quinto año, a quienes les hacía gracia grabar ese video. Pero sea la opción que sea (verdad o broma), el video encierra unos dramas terribles:  se están burlando del mal bachillerato que tuvieron donde, de paso, no les importó reconocer que no manejan procesos básicos como multiplicar o que reprobaran todas sus materias, igual se graduaron.  No es el mérito, no es el conocimiento lo que importa.  

Es cierto que lo expresado en dicho video, que se volvió viral en pocos días, no son contenidos de 5to. año (ni la regla de tres ni la tabla de multiplicar, por poner dos ejemplos), pero se supone que después de 12 o 13 años de estudio, al menos se debería saber multiplicar, lo cual se aprende en los primeros años de la Primaria:  eso forma parte de esa matemática básica tan necesaria para la vida.  La evaluación hecha por esos  estudiantes no es de su 5to año, sino de toda su educación formal.  Y ahora trascendamos el video que, por cierto, no es el único que está circulando con chicos y chicas de “camisa beige” en estos días.

Si pensamos  un poco en la educación venezolana de los últimos años y no sólo en la actual (la llamada modalidad a distancia, que ha sido peor), podemos  afirmar, aunque no tengamos “datos duros”, que hay una materia pendiente:  la educación integral y de calidad, tal como lo establece el artículo 103 de la CRBV y tan importante para que cualquier joven pueda desarrollarse adecuadamente en la vida.  Es la educación para ser ciudadanos, para poder seguir aprendiendo.  Educación para la vida digna, pues.

La promoción automática ha influido en esta situación, dado que todos los estudiantes de Primaria son promovidos de grado, tengan o no los objetivos totalmente logrados. Hay que decir que desde hace años la “meritocracia” está suspendida.  

Recuerdo cuando se implantó la promoción automática:  se suponía era para evitar que el niño repitiera el año, sin embargo, eso tenía que ir acompañada de otras medidas, por ejemplo, que la misma maestra que tocara en primer grado siguiera con el mismo grupo en 2do. o que entregara, por lo menos, un informe detallado de cada estudiante al educador del siguiente grado, de manera que este pudiera hacer seguimiento a los alumnos. Sin embargo, ello no eximía que en los diferentes grados se evaluarán las competencias que debían desarrollar como el de la comprensión lectora. ¿Cuántos niños aprendieron a leer corrido en el primer grado? ¿Cuántos están el proceso? ¿Se lleva esa evaluación en todos los planteles públicos y privados? Recuérdese que en otros países se aplican pruebas estandarizadas, como la muy conocida del sistema Pisa, que permiten medir el impacto del proceso de enseñanza aprendizaje y no es para competir entre ellos, sino para que cada plantel, cada maestro, pueda saber si avanzan los chicos, a cuáles hay que poner más atención…  En Venezuela llevamos años sin medir el impacto de la educación. ¡Ojalá las olimpiadas del padre Wyssenbach, ese jesuita extraordinario que pone a niños, niñas y adolescentes a competir consigo mismos en las áreas de Lengua y Matemática, se pudieran hacer en todo el país!

También en bachillerato, hace unos años, se decidieron medidas para evitar la repitencia: el alumno podía presentar “remediales” en varias oportunidades… muy difícil que no terminara “pasando” la materia aplazada en julio. No es que en el fondo estuviéramos en contra de dar oportunidades a los que le hubieran quedado materias, pero si no se acompañaba con clases extras para que el estudiante llenara los vacíos, ¿tenían sentido esos remediales? Se mantiene en el bachillerato una evaluación que no es parte del proceso, que no orienta de manera adecuada. Necesitamos medir los aprendizajes para saber si estamos avanzando, seguimos estancados o retrocediendo.  En definitiva, ¿se trata de pasar el año o se trata de que el estudiante aprenda?

Estamos muy lejos de la educación de calidad, establecida como derecho en la  CRBV y que, además, lo más importante, es la educación necesaria para la vida, la educación necesaria para incrementar la resiliencia en un país donde  cualquier acción, por pequeña que sea, es una carrera de obstáculos y todos necesitamos un plan “B” a cada rato;  un país con un alto índice de embarazo temprano, alto índice de violencia, con una delincuencia  organizada creciendo a medida que recluta niños y jóvenes en sectores populares. Añadamos esta pandemia ya con 475 días (para el momento en el cual escribo estas líneas), en cuarentena prolongada, con su componente de ansiedad, angustia, estrés, etc.  Nuestros niños, niñas y adolescentes requieren de mucha educación emocional, mientras el aparato productivo está necesitando de jóvenes con capacidad para aprender y para emprender.

Con esto quiero decir que, ante tal panorama, la educación venezolana tiene que ser de mucha calidad para le sirva tanto a los NNA como al país, de manera que podamos salir de esta crisis humanitaria compleja. Necesitamos hacer una evaluación sincera y objetiva de nuestro sistema educativo,  aplicar los correctivos adecuados para formar ciudadanos solidarios, con cultura democrática, con mucha capacidad de resiliencia. Necesitamos un bachillerato que permita a los graduandos sentirse orgullosos de lo que han aprendido.