La situación de Afganistán ha puesto sobre la mesa de manera urgente el tema de la opresión de la mujer y las niñas en pleno siglo XXI.  En Venezuela no tenemos a los talibanes, pero también hay desigualdad,  femicidios. Es necesario prevenir estas situaciones desde las edades tempranas. También es importante señalar la existencia de diversas  organizaciones que trabajan por enfrentar y prevenir la violencia contra la mujer,

 

En Venezuela entre los meses de enero y junio de este año se produjeron 125 femicidios, según el Observatorio Digital de Femicidios del Centro de Justicia y Paz (CEPAZ).  En julio, según la misma fuente, hubo 26 y 7 frustrados. No tenemos talibanes gobernando en el país, pero si tenemos mucha violencia contra la mujer;   aparte del resto de violencia de todo tipo que se ejerce contra ella, las niñas y adolescentes.

Estas cifras no pueden pasar desapercibidas ni para las autoridades ni para la sociedad en general, puesto que el comportamiento violento no es natural, es aprendido. Se aprende por imitación, cuando se es pequeño. Se aprende por modelaje;  se repite al ser cultural y hacer que parezca como algo “normal” esa violencia.

Digamos algo más sobre estos datos que aporta CEPAZ, en relación a los casos de julio: el 11.5% de esas víctimas eran menores de 12 años, mientras un 11.5%  tenían entre 16 y 18 años…  Veamos algo sobre los agresores: 34% no tenían que ninguna relación con las víctimas, pero el 15.4%  de esas situaciones de violencia tenían que ver con sus parejas o exparejas y en un 11.5%  existía una relación familiar entre víctima y agresor. Entonces, las relaciones familiares deben ser examinadas y ver cómo se puede prevenir ese comportamiento violento que, si bien no siempre llega a la muerte, deja muchas huellas.

La organización Acceso a la Justicia, investigando cómo la justicia venezolana enfrenta la violencia contra la mujer, después de analizar unas cuantas decisiones judiciales en materia de violencia de género manifiesta, en su informe “Mitos y realidades de la violación contra la mujer en Venezuela”, entre otros aspectos, que en ningún caso se habla de “reparación” y considera  que las sanciones aplicadas no son suficientes.

En nuestro país existe la Ley Orgánica sobre el Derecho de la Mujer a una Vida Libre de Violencia (2008, que fue reformada en el 2014), la cual es  poco conocida y menos aplicada  y esto sin mencionar que el  amedrentamiento que suele acompañar a las situaciones de violencia, especialmente las de tipo sexual, influye en que se denuncien poco. 

Pero hablemos también de las niñas y cómo ayudar a prevenir que sean violentadas. Desde pequeños hay que evitar, en la familia y en la escuela,  afirmaciones como “los niños no lloran”, “la mujer es el sexo débil” o que “a las mujeres le gustan que las celen”, o ser desiguales en la asignación de tareas domésticas. 

Tengo en mis manos dos libros que recomiendo para que los compartan con sus hijas y con sus alumnas y, no está mal que lo hagan con los hijos y alumnos.

Uno es  “Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes. 100 historias de mujeres extraordinarias”, (Planeta, 2017).   Son 100 reseñas cortas de mujeres de todo el mundo que se han destacado en diversos campos: político, derechos humanos, investigación científica, deporte, arte…  ¡Es una joya! El que las niñas tengan referentes positivos es muy importante, que no crean que por ser mujer son inferiores, a pesar de la desigualdad histórica y de la poca difusión que se le da a la participación femenina.

El otro, “Soy Malala”, (Alianza Editorial, 2013) escrito por esa chica Premio Nobel de la Paz  2014, la más joven en haber recibido ese premio:  ¡tenía apenas 17 años cuando se lo dieron!  Ella nació en Paquistán -país que limita con Afganistán-,  hija de un maestro que fundó varias escuelas en la zona donde vivían.  

A los 11 años Malala tenía un blog, que publicaba con un nombre ficticio porque era peligroso en su país que una niña escribiera. Siempre defendió el derecho de las niñas a educarse en medio de una cultura que no lo veía como tal. Resumo: desde adolescente se destacó por esa actitud y un día al regresar del colegio, cuando su región estaba dominada por talibanes (esos que hoy están al frente del gobierno de Afganistán), uno le disparó en el bus escolar.  Afortunadamente  pudieron sacarla del país, la llevaron a Inglaterra, le salvaron la vida y, apoyada por su familia, siguió defendiendo el derecho de las niñas a estudiar. Es una historia extraordinaria, contemporánea, que puede ayudar a la familia a hablar de la situación de las mujeres y niñas en Afganistán.

No quiero terminar estas líneas sin recordar que en Venezuela hay diversas organizaciones que defienden los derechos humanos de las niñas, como CECODAP y toda las que conforman la REDHNNA (Red Nacional de Defensa de los Derechos de NNA), además    están las que defienden los derechos de la mujer, como CEPAZ, Mulier o la Asociación Civil Mujeres en Línea. Eso hay que difundirlo porque puede ayudar a muchas mujeres. Ser puente también nos toca.