En Carnaval la gente se divierte y se disfraza. Yo digo que en Venezuela no estamos para carnavales y no es que esté mal que la gente se distraiga y se divierta; lo que está mal es que se disfracen problemas tan serios como los que tenemos. Si estos no se reconocen, si no se les da visibilidad, si miramos para el otro lado, lo que vamos a tener es más víctimas y el agravamiento de los problemas.

Los días de Carnaval se suelen celebrar con fiestas, desfiles, disfraces… Yo no estoy en desacuerdo que la gente se divierta, especialmente en un país donde hay tanta angustia, estrés y sufrimiento; sin embargo, honestamente, no creo que en Venezuela estemos para festejar y no me refiero únicamente a los gastos en festejos y carrozas. Consideremos que los centros de salud están sin medicinas, el personal que labora en ellos carecen de los elementos necesarios para prevenir contagios de Covid, las escuelas sin agua y el resto de carencias que ustedes y yo sabemos. No estamos para estar disfrazando problemas y dramas.

No se pueden disfrazar las muertes de niños, niñas y adolescentes pacientes del JM de Los Ríos por falta de trasplantes. Mueren a unas edades que son para jugar, estudiar, crecer y soñar.

En educación no podemos disfrazar la realidad de las escuelas quedándose sin alumnos y sin maestros. Para finales del 2019, según la UNICEF, había en el país un millón de chamos en edad escolar fuera del sistema escolar. El año pasado, la UCAB difundió un estudio, hecho junto a otras organizaciones, que arrojaban el dato de 1,2 millones fuera de la Educación Básica. Cuántos hay exactamente, no sabemos, pero ya deben ser más. ¡Y sin educación no hay presente ni futuro para niños, niñas y adolescentes! En cuanto a educadores, ignoramos exactamente cuántos se han ido de las aulas, pero Orlando Alzuru, conocido gremialista, habla de entre un 40 y 50%. La Unidad Democrática del Sector Educativo hace referencia a un 57% de docentes de la educación pública que han abandonado las aulas; no hablan de renuncias, porque a veces ni avisan, simplemente dejan de asistir. Eso no se oculta con un disfraz de “Educación exitosa”. Sin maestros no hay educación ni presencial ni a distancia.

La inseguridad alimentaria tampoco se puede disfrazar, aunque el gobierno no suministre datos; todas estas semanas en las redes y en los noticieros hemos escuchado sobre casos de personas de la tercera edad que no están comiendo. Sabemos que una de las causas de inasistencia a las escuelas es la falta de alimentación, tanto en los hogares como en los centros educativos. También Cáritas alerta sobre el aumento de la desnutrición en el país. Pregúntenle a Susana Rafalli si eso se puede disfrazar.

Pero hablemos de lo inseguro que se siente el ciudadano venezolano en este país. En la última investigación del Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV) difundido el 24/02/22, el 45% de los encuestados dice haber sufrido algún delito contra su vida; el 48% indicó sentirse inseguro en donde vive su barrio, su comunidad- y un 61% contestó haber dejado de salir de noche debido a la inseguridad.

Tampoco se puede disfrazar la orfandad en la cual se encuentran nuestros niños y niñas en cuanto al maltrato, el acoso y la violencia sexual, con los agravantes de la complicidad de familiares y conocidos en estos hechos de violencia. Debemos añadir la falta de políticas de protección integral para ellos. La Red de Defensa de los Derechos Niños, Niñas y Adolescentes (REDHNNA) siempre está alertando sobre esta orfandad, ¡es demasiado grande como para disfrazarse!

Los femicidios tampoco se pueden ocultar. Según la organización Utopix, en el 2021 hubo 239, eso equivale a una muerte cada 36 horas. La cultura machista, la naturalización de la violencia contra la mujer siguen siendo algo que genera muchas heridas. Este drama tampoco se puede disfrazar.

¿Cuántos hermanos venezolanos se han ido de manera forzada a otros países buscando horizontes para ellos y sus familias? Ya debemos pasar los 6 millones, una de las más grandes del mundo, con el agravante de los muros invisibles que se han ido construyendo contra los venezolanos. Cada vez hay más países pidiendo visa, con requisitos costosos y complicados en muchos casos; el último en sumarse a la lista fue Costa Rica. Ya quedan pocos fuera de esa lista. ¡Imposible disfrazar ese encogimiento de alternativas!

Es mejor ir quitando disfraces para poder enfrentar los problemas. Los carnavales pasan, que no queden los disfraces. Tampoco la guerra aguanta un disfraz: ninguna guerra puede apoyarse con el disfraz que sea.

Por Luisa Pernalete