Educar nunca ha sido fácil, pero, ahora es más difícil y no sólo porque el mundo ha cambiado sino que la escuela debe cambiar. Los educadores debemos  actualizarnos para que la educación tenga sentido, en especial porque en nuestro país las condiciones de trabajo de los docentes no son las adecuadas -salarios insuficientes, servicios ineficientes o inexistentes, por mencionar dos elementos) y todo esto en medio de una Emergencia Humanitaria Compleja. Por ello no  puede sorprendernos las renuncias de tantos docentes y que existan escuelas de Educación vacías.

Sin embargo, muchos educadores queremos perseverar ya sea por vocación o por amor a nuestros alumnos, porque estamos convencidos de la importancia de la educación para una nación. No obstante para perseverar, los educadores tenemos que ayudarnos. A continuación, nuestras recomendaciones para  seguir educando y sentirnos felices haciendo lo que nos gusta hacer a pesar de las dificultades.

Reconocer nuestras emociones. Cada día, frente al espejo, decirnos verdades, ¿cómo nos sentimos?, ¿qué nos preocupa?, ¿qué nos anima? Tenemos que aprender a administrar nuestras emociones; no se trata de reprimirlas, sino de administrarlas. Eso se aprende.

Respirar profundo y relajarnos, Cada mañana ayuda mucho que hagamos ejercicios de respiración profunda (podemos hacerlo a mitad de mañana), así se oxigena nuestro cerebro y nos ayuda a relajarnos. Son útiles también algunos ejercicios de gimnasia cerebral. Conectar nuestros dos hemisferios estimula la creatividad, ¡tan necesaria para enfrentar dificultades e inventar estrategias para el trabajo!

Repensar los roles de la casa, sobre todo las mujeres. Hay que repartir esas tareas del hogar, no tienen por qué ser asumidas únicamente por  las madres que, de paso, si son educadoras, tendrán entonces varias jornadas de trabajo (el aula y la casa). Hijos e hijas, padres /esposos, todos deben cooperar.           

Registrar lo que estamos haciendo bien, aprender de esas experiencias y registrar también lo que no nos está saliendo como esperábamos, pues de los errores también se aprende. ¿Necesitamos alguna ayuda?

Reordenar prioridades. No podemos asumir todo al mismo tiempo, què primero, qué después, qué no podemos asumir…

Reconciliarnos. Necesitamos vivir en paz. Pensemos si debemos pedir perdón a alguien en la familia o en el trabajo; si debemos perdonar a alguien o perdonarnos a nosotros mismos (esto a veces es lo que más nos cuesta, cuando hemos metido la pata) y procurar hacer las paces. Tanto en el hogar como en el trabajo tenemos que hacer las paces.

Repartir sonrisas, saludos amables. Es gratis sonreír y abre puertas, distiende, no es lo mismo decir “Buenos días” con el ceño fruncido que hacerlo sonriendo.

Regalar piropos, flores, felicitaciones. Unido a la sugerencia anterior es demostrar una actitud positiva para expresar lo bueno que vemos en los demás, tanto en el hogar como en el trabajo, lo bien que se ven o lo bien  de algo que han hecho, esa cartelera bonita del otro salón, o ese dibujo tan lindo que hizo un niño, o lo cuidado que está el jardín y comentarlo con el responsable de mantenimiento… Todos a inscribirse en la AAM: (Asociación de la Alabanza Mutua) ya que es una alabanza que viene de la valoración del otro, no de la adulación.

Recreación. Hay que tener equilibrio entre trabajo y descanso. Esto ayuda a la salud mental, ayuda a la concentración en el trabajo, a la creatividad. Apagar los celulares, la computadora…

Reunirse.  Solos no podemos enfrentar esta situación mundo/país/ trabajo. Hay que hacer equipos en el centro educativo; hay que reunirse con vecinos para mejorar el entorno, para construir el bien común, hay que reunirse con esas viejas amistades…

Reír y sonreír. Fomentar el sentido del humor es terapéutico y además tiene valores didácticos. Incluso si usted simplemente sonríe frente a un espejo; pruebe y verá como se distiende. Haga ejercicios de risa en el salón de clases, así verá como  mejora el ambiente y la atención.

Rezar, aunque sea el Padrenuestro  cada mañana y en la noche;  con sus hijos mejor, en el salón al comenzar la jornada. Rezar por otros, dar gracias por la vida, por el trabaja. Orar, hablar con Dios…

Recurra a otros si se siente muy mal. Si tiene mucha angustia o siente que no puede enfrentar algunos problemas (y no hablamos unicamente de los que tenemos casi todos en este país), busque ayuda profesional. Hay organizaciones solidarias que la ofrecen.

Esperamos que estos consejos prácticos puedan ser útiles y le ayuden a perseverar como educador.  El país necesita de educadores sanos. Vamos a darnos una mano.

   

Luisa Pernalete

@luisaconpaz