
El tercer domingo de julio se celebra en Venezuela el Día del Niño. No hay nada que celebrar dada la orfandad de esa población en nuestro país. Recordamos al Estado algunos de sus derechos y reconocemos a la gente organizada que trabaja por ellos.
“Que canten los niños/ que alcen su voz/ que hagan al mundo escuchar…” Así comienza la famosa canción de José Luis Perales, cuya letra tomo prestada para recordar algunos derechos de los niños y niñas que 24 organizaciones y personas trabajan por defenderlos en Venezuela. Aderezo con estrofas mías hechas para la ocasión. Todo esto en el marco del Día del Niño, por la necesidad recordar sus derechos y anhelos.
El niño venezolano / está en plena orfandad/ necesita protección/ y cariño de verdad// Hablamos de orfandad de políticas públicas integrales de protección. Por dar sólo algunos ejemplos: según la LOPNNA, el niño tiene derecho a un nivel de vida adecuado (Art.30); esto supone, entre otros elementos, servicios públicos, ¿Qué me dicen del agua? Según el OVSP es el servicio evaluado más negativamente. El agua la necesitamos todos, pero más una familia con niños pequeños.
Los niños deben crecer / en ambiente sin violencia/ sin gritos, ni malos tratos/ esto es de real urgencia// Hablamos de la necesidad hogares y escuelas donde prevalezca el buen trato (Art. 32.A de la LOPNNA), esa disciplina positiva que promueve CECODAP, ese arte de escuchar que Fe y Alegría enseña a las Madres Promotoras de Paz. Pero, ¿qué me dicen de las comunidades donde los chicos están creciendo entre balas, armas y con megabandas recorriendo las calles? Ya se sabe que las balas buscan víctimas, los NNA deben ser protegidos integralmente. La Cátedra de la Paz de la ULA lleva décadas formando adolescentes y jóvenes para que promuevan la paz, pero el Estado debe garantizar ese derecho a la vida y a la integridad de manera que puedan vivir en paz. “Que canten los niños que viven en paz…”, dice la canción que nos inspira.
El niño hospitalizado/ necesita tratamiento/ que mueran por unos trasplantes/ eso me da sentimiento// Pregunten a la gente de Prepara Familia cuántos chicos han muerto por falta de trasplantes o por carecer de tratamiento. ¡Cómo duele cada muerte anticipada! Hay que rezar para que organizaciones como Prepara Familia sigan perseverando. La Convención Internacional de Derechos del Niño establece, en su Art. 24, la salud como derecho. Pero duele tener que cantar por “aquellos que han apagado su voz”.
Los niños tienen derecho/ a una buena alimentación/ a crecer con su familia/ también a la recreación// Cáritas monitorea este tema de la desnutrición y ha alertado que en Venezuela crece la tasa de niños desnutridos. Susana Rafalli nos recuerda siempre cuáles las secuelas de la desnutrición. Da dolor, ¿verdad? Hay que reconocer no sólo a Caritas o Susana ese monitoreo, sino también a organizaciones como “Alimenta la Solidaridad”, que tiene comedores populares en unas cuantas ciudades del país para brindar alimentación a los niños y otras instituciones más pequeñas como “Haré paz” (en Barquisimeto) que lleva más de 4 años brindando desayunos en algunas escuelas de Fe y Alegría para revertir la situación de niños con desnutrición leve. Por lo tanto hay que seguir cantando por los que no tienen pan.
Y en cuanto a crecer con la familia, ya sabemos que debido a la migración forzada miles de NN han sido dejados atrás, convirtiéndose en seres muy vulnerables. Para los niños abandonados o en riesgo existen organizaciones como la Red de Casas Hogar “Don Bosco”, Aldeas Infantiles, el Hogar Virgen de los Dolores; en el caso de aquellos que necesitan padre y madre, está Proadopción. Todas ellas forman parte de la REDHNNA.
Los niños tienen derecho / a crecer en ambiente sano/ por eso No al Arco Minero/ la lucha no será en vano// Organizaciones ambientalistas como Clima 21 y Ecoprácticas nos recuerdan que la sed de oro nos va a dejar sin agua, que la minería está contaminando con mercurio las aguas y los organismos de las personas en los pueblos mineros. Una vez vi en un pueblo minero del estado Bolívar una niña contaminada con mercurio, eso fue hace más de una década y créanme que aún no olvido aquel cuadro. Se debe reconocer el trabajo de las organizaciones ambientalistas, aunque parece que nadie les hace caso, pero igual ellas perseveran. “Yo canto porque sea el cielo azul/y yo porque no me ensucien el mar…”, dice la canción.
Para que se escuchen la voz y el canto de los niños y niñas hacen falta organizaciones como Luz y Vida (Petare), que defienden los derechos de los niños con Helen y Gloria, dos grandes maestras, así como también se necesitan periodistas como Vanesa (CECODAP) y Gabriela (Caleidoscopio) que hagan resonar esas voces.
En un país sin datos, uno agradece a esas organizaciones que investigan temas de la familia y de la niñez como son los casos de CENDIF, de la UNIMET, el del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UCAB, además de CECODAP, que juntan y juntan datos orientando a los que trabajamos por los derechos de los NNA.
Es verdad que los responsables de garantizar esos derechos son la familia, la sociedad y el Estado, pero este último es el principal garante, pues maneja recursos, fija políticas públicas. Por eso a nosotros, parte de la sociedad, nos corresponde ser altavoces de los cantos de los niños y exigir al Estado que cumpla con sus obligaciones. “Que canten los niños…”