Caminemos juntos no sólo en la Iglesia

El papa Francisco convocó el año pasado a la Iglesia católica a un sínodo.  Sínodo significa “caminar juntos” para escucharnos, acompañarnos, revisarnos y llegar a una meta común.  Es esta oportunidad no escribiré sobre el sínodo de la Iglesia sino sobre la necesidad que tenemos en Venezuela de refundar este país, de escucharnos, ponernos de acuerdo, tener metas comunes.  Es necesario ponerse en “modo sínodo” para ahorrar tanto sufrimiento y enfrentar los grandes problemas.

Luisa Pernalete @luisaconpaz

Hace algunos meses el papa Francisco invitó a la iglesia católica a un sínodo, lo cual supone una amplia consulta no sólo a los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, sino a todo el “pueblo de Dios”, o sea a todos los cristianos católicos, para revisar la manera de proceder de la Iglesia  en cuanto la  toma de decisiones. 

Como ya señalé sínodo significa “caminar juntos” y no es un evento, como también advierte Francisco, por el contrario es un proceso;  de hecho empezó en el 2021 y terminará a mediados del 2023.  Los medios, nos dice el Papa, son el diálogo y mucha democracia. Caminar juntos para llegar a una meta común.  No es, entonces, una carrera de obstáculos:  que gane el más rápido, que se vayan quedando los más débiles en el camino.  Para caminar juntos hay que estar atento a los que tienes al lado, acompañar, consultar, escuchar.  No es, repito, un evento, sino que debe convertirse en un modo de proceder, un modo de ser Iglesia-pueblo de Dios.

Pero no es del sínodo eclesial que voy a escribir.  De eso tal vez escriba más adelante, sino de la necesidad que tiene el país de ponernos en “modo sinodal”.  ¿No le parece bonito eso de “caminar juntos”?  Vea que no hablo de olimpíadas a ver quién llega primero, por supuesto, mucho menos hablamos de imponer un discurso o de poner zancadillas para que se queden algunos en el camino.  Creo que estamos urgidos de escucha, de consulta, de ponernos de acuerdo ante problemas que están afectando a muchos y por eso se requiere del esfuerzo de muchos.  Veamos algunas dimensiones que requieren de “sínodo”.

Empecemos por el hogar.  Según los expertos, con la pandemia y la cuarentena prolongada se ha incrementado la violencia intrafamiliar.  Padres y madres tienen que ponerse de acuerdo en cómo educar a sus hijos sin maltratarlos, cómo distribuir las tareas del hogar para que no supongan una sobrecarga para la madre (que es lo usual), en administrar las emociones de manera que no se hieran unos a otros.  Caminar juntos en el hogar significa enseñar y aprender a resolver los problemas por vía pacífica, escuchar sin juzgar.  Ver entre todos los retos de la casa.  Fijar una rutina de común acuerdo. Establecer algunas normas como nadie grita a nadie, nadie ofende a nadie, nadie golpea a nadie.

Sigamos con la escuela.  En educación estamos muy mal.  ¿Cómo se están sintiendo los alumnos?, ¿sienten que están aprendiendo?, ¿esta semipresencialidad ha reducido el fastidio, la angustia?, ¿se está haciendo algo más que “mandar tareas”?, ¿se mide el impacto de la educación en los estudiantes?, ¿cuántos tenemos fuera de las aulas?, ¿comen en sus casas?, ¿pueden aprender con hambre? ¿Los educadores han recuperado aprendizajes?, ¿están haciendo acompañamiento psicoafectivo a los estudiantes?, ¿están trabajando por competencias o siguen el viejo esquema de trabajar por contenidos?, ¿les alcanza el salario para ir a los centros educativos? ¿Por qué las escuelas de educación se están quedando vacías? (¡incluso algunas han cerradas!), ¿quién les acompaña? Y las familias: ¿pueden con la carga de acompañar a sus hijos en sus estudios? Son muchas las preguntas que debemos hacernos para salvar la educación en Venezuela.

En la calle, ¿cuántos choferes hablan por su celular mientras manejan?, ¿cuántos accidentes se han producido por esa mala costumbre que puede ser mortal?, ¿por qué nos cuesta tanto respetar el semáforo?, ¿medimos las consecuencias de irrespetarlo?, ¿por qué a los peatones les es tan difícil cruzar la calle por las esquinas, haya rayado o no?, ¿por qué los ciclistas y motociclistas se “tragan” las flechas?, ¿no piensan cuando lo hacen?, ¿sería posible ponernos de acuerdo en la calle para respetar las normas de tránsito por el bien de todos?, ¿qué hacemos con los fiscales que, en vez de poner orden, “matraquean”?

Tal vez lo más complicado es cómo caminar juntos los de la oposición y los del  gobierno.  ¿Será posible que se escuchen entre ellos y escuchen igualmente a los ciudadanos, que oigan el clamor de tanto enfermo sin recursos, de tanto trabajador (médicos, enfermeras, educadores) con salarios que no alcanzan para comer ni para transportarse? ¿Pedir que se cumpla con el artículo 91 de la CRBV puede ser causal de detención? ¿Cumplir con el “debido proceso” es mucho pedir? ¿Se podrán sentar de nuevo -con mediadores- para enfrentar los grandes problemas de país, reactivar la economía, mejorar los servicios públicos, que los funcionarios estén para defender a los ciudadanos y no para agredirlos y respetar las reglas del juego cuando hay procesos electorales? ¿Caminar juntos a favor del pueblo que sufre es misión imposible?

Yo creo que sería proponer “caminar juntos” aunque lo tilden a uno de ingenuo.  Es un derecho que tenemos como ciudadanos.  Esto es lo que llamo poner al país en “modo sinodal”.  ¿Qué opina usted?