Resulta verdaderamente cínico y vergonzoso comprobar que, después de más de 15 años de una supuesta revolución ética y moral, que iba a sepultar de una vez la corrupción e iba a imponer el imperio de la moral y de la ética, aparecemos como uno de los países más corruptos del mundo y cada vez más y más venezolanos viven de la especulación y la explotación más vil. En el fondo de las gravísimas crisis de Venezuela está la profunda crisis ética y moral que se ha enseñoreado de la sociedad y se extiende como una verdadera plaga. En Venezuela la corrupción y la especulación se han transformado en una forma de vida y cada vez más personas viven de ella. Lo peor de todo es que está carcomiendo los cimientos de la honestidad, el mínimo respeto y el amor al trabajo, lo que desalienta a los que siguen empeñados en vivir honestamente. A la inmoralidad de la delincuencia, la corrupción y el narcotráfico, hoy debemos añadir los miles de personas que viven del bachaqueo de todos los productos imaginables y en unas pocas horas pueden ganar más que un empleado o un profesional en un mes de trabajo. Conozco liceos que se están quedando sin alumnos porque profesores y estudiantes se dedican a bachaquear o a guardar el puesto a los bachaqueros. Cada día resulta más difícil conseguir taxi porque muchos choferes se están dedicando a bachaquear. ¿Para qué estudiar o trabajar si por medio de estas actividades ilícitas e inmorales se pueden ganar cantidades que nunca se conseguirían mediante el trabajo honesto? Los raspacupos viajando hacen fortunas súbitas y Venezuela es el único país del mundo donde muchos viajando se han enriquecido. En las calles hay mucho dinero, pero no por las políticas sociales como se nos quiere hacer creer, sino sobre todo por medios malhabidos: dólar paralelo, narcotráfico, delincuencia, bachaqueo de gasolina, de alimentos, de baterías, de cauchos y repuestos, de aparatos electrodomésticos, de medicinas y especulación sin alma para poner unos precios desorbitados. ¿A qué nivel de degradación hemos caído que algunos, ante las epidemias del dengue y chikunguya son capaces de pedir hasta tres mil bolívares o más por una cajita de atamel? ¿Qué nos ha pasado a los venezolanos para llegar a estos niveles de degradación?
Lo peor del caso es que la retórica anticorrupción no se traduce en medidas que evidencien verdadera intención política de combatirla. ¿Cómo es posible que la niñera de un Ministro haya viajado por el mundo en aviones de PDVSA y no pase nada? ¿Cuándo publicarán de una vez la lista de los empresarios de maletín y los enjuiciarán y condenarán por corruptos?
La politiquería mezquina que sólo busca ganar elecciones a cualquier precio no tiene el valor de tomar medidas contundentes contra el bachaqueo y los especuladores porque sabe que eso se traduciría en merma de votos. Nadie le está parando a la política de precios justos y cada vendedor de lo que sea le pone a sus productos el precio que le da la gana. ¿Para qué anuncian entonces campañas y amenazan con medidas ejemplares si luego no tienen el valor de aplicarlas?
Por: Antonio Pérez Esclarín ([email protected])
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