
Con una Emergencia Humanitaria Compleja (EHC), con la inflación más grande del mundo y con la mayoría de la población pasando mucho trabajo. Necesitamos lugares de encuentro, extender las manos, escucharnos, cooperar unos con otros, unirnos para resolver y exigir a quienes tengamos que exigir. Sobre esos lugares de encuentro escribo.
Ganen quienes ganen quienes este domingo 22 para ejercer como alcaldes, gobernadores, legisladores municipales o regionales tendremos aún un país sumergido en la EHC, con la inflación más alta del mundo -ya con varios años en ese deshonroso lugar-, con más de 5 millones de hermanos regados en distintos países, con los salarios más bajos del planeta, con una pandemia que no sabemos exactamente cómo está… En fin, con carreras de obstáculos para cualquier tarea.
Tenemos muchas cosas que resolver y los acuerdos no son únicamente para los que esperamos se vuelvan a sentar en México. Los ciudadanos, como usted y yo, que no somos ministros, ni alcaldes, ni gobernadores, ni funcionarios de la ONU, tenemos que movernos para resolver lo que podamos resolver; para esto necesitamos encontrarnos, escucharnos, mirar más allá de lo inmediato, ver las velitas que animan en medio del apagón.
Comencemos por encontrarnos en la familia: dejar a un lado el celular, acompañar afectivamente a los hijos, algunos (quisiera pensar que muchos) con clases presenciales o semipresenciales de nuevo, escuchar cómo se están sintiendo, administrar adecuadamente las emociones y no pagar nuestras rabias o angustias con ellos. Respirar profundo, hacer ejercicios de relajación, un poco de risoterapia (aunque sea contar chistes repetidos).
Sigamos con encontrarnos con los maestros de los hijos y no sólo para entregar tareas. Que podamos decirles cómo estamos viendo este régimen híbrido, semi- presencial, si creemos que las clases y las actividades asignadas les vemos sentido y son significativas para los muchachos. Felicitarles si creemos que lo están haciendo bien, sugerir hasta donde podamos. Escuela y familia tienen que jugar en el mismo lado de la cancha, en favor de esos estudiantes. Quejarse no puede ser la única razón para encontrarnos con los docentes. Y los educadores, lo propio, mandar tareas no puede ser el lazo con las familias. ¿Qué tal reconocer el esfuerzo que están haciendo para salir adelante? ¿Qué tal proponer una reunión, virtual o presencial para conocer opiniones de los padres de familia? Seguro que saldrán buenas ideas de ahí. Hay instituciones que están abordando con éxito esta educación en medio de la pandemia, están innovando, enfrentado el rezago escolar, proporcionando herramientas a educadores y a familias. Eso hay que conocerlo.
Encontrarnos con los vecinos. ¿Cuántos candidatos prometieron resolver el problema del agua? ¡Es un clamor de miles de familias en todo el país! En Barquisimeto, ciudad con mucho músculo ciudadano, hay una organización llamada “Barquisimeto sedienta”, con capítulos en varias zonas de la entidad: monitorean el servicio, reportan tuberías rotas, hacen propuestas a Aguas de Lara… “La gente propone” es un programa del CESAP, funciona en varios municipios del país canalizando denuncias y propuestas de los vecinos, haciendo contraloría social… ¡Aislados no salimos de estos problemas tan serios! Debemos mirar a los vecinos con los dos ojos: el que ve lo malo y el que ve soluciones, ya sea porque están andando en otra parte o porque hacemos propuestas para mejorar las cosas. Comencemos con los vecinos de la cuadra, con ellos podemos establecer relaciones de solidaridad. Conozco una profesora de Inglés jubilada que les da clases gratis a las hijas de sus vecinos, así se distrae, las niñas asisten con gusto y sus madres agradecen el gesto. ¿Qué puede hacer usted por sus vecinos?
¿Y qué tal si aprovechamos estas elecciones para adelantarnos y pedimos a las nuevas autoridades, o a las reelegidas, que cumplan sus promesas?
La calle también tiene que ser un lugar de encuentro de ciudadanos: respetar las normas tanto los choferes como los peatones. Respetar el semáforo para evitar accidentes, no hablar por teléfono mientras se conduce un vehículo, pues eso nos distrae y puede ocasionar accidentes; estacionar donde es permitido; los peatones cruzar las calles por el rayado en las esquinas… En fin, cuidarnos y cuidar al otro; nada de la ley de la selva, la ley del más fuerte en detrimento de los niños, los ancianos, los más débiles.
Las redes sociales y los medios de comunicación también pueden ser lugares de encuentro. Esos mensajes que sirven de puente ya sea para canalizar una ayuda o para difundir una buena iniciativa o acciones de solidaridad de tantas organizaciones que hay en el país. Es verdad que muchos usan las redes para agredir, descalificar e insultar. Yo, por principio, ni insulto, ni reenvío insultos. Hay que ser coherente. Eso no me impide denunciar o hacerme eco de denuncias pertinentes. A la radio y a la televisión hay que pedirles que difundan buenas prácticas que pueden animar a otros, porque la bondad es contagiosa y estamos necesitados de bondad, de solidaridad.
¡Ojalá los dirigentes políticos quieran encontrarse también! Es necesario que piensen en el bien común: que sean sensibles al sufrimiento de las mayorías, que ese recorrido de calles que hicieron durante la campaña electoral lo sigan haciendo, con ojos abiertos, oídos limpios para escuchar el clamor, que vean a la gente comiendo de la basura, a los niños en las esquinas pidiendo o limpiando parabrisas para poder comer… Ellos tienen la obligación de encontrarse con los ciudadanos y con otros dirigentes para establecer acuerdos a favor de los ciudadanos, hayan o no votado por ellos.
Necesitamos también dar un abrazo solidario al planeta, a la Casa Común, como la llama Francisco. Encontrarnos fraternalmente con la naturaleza. El calentamiento global nos está afectando a todos. Sembrar un árbol o regar los que tengamos cerca, cuidar esa poca agua que nos llega, hacernos eco de denuncias de malas políticas ambientales, apoyar a las organizaciones ambientalistas… Léanse la encíclica “Laudato Si” de Francisco que, además de sabia, es linda.
Por todo lo anterior, el 22N es cuando hay que insistir, por el bien de todos, en generar lugares de encuentro.