“¿Y qué requisitos piden para abrir una casa hogar?”, preguntó una compañera en el chat de la Red por los Derechos Humanos del Niño, Niña y Adolescentes (REDHNNA). Rápidamente, varios le respondieron, pero igual se puede preguntar por casos concretos de acoso escolar o la necesidad de datos sobre deserción escolar.

El país está complicado: se multiplican los dramas, las necesidades, pese al hecho de existir  iniciativas de redes de apoyo, organizaciones resilientes que encuentran el plan A, el plan B, el plan C para resolver problemas y  ayudarse mutuamente. Aislados no podemos con todo, mientras que  en red nos fortalecemos.

No estamos hablando de “redes sociales”, sino el trabajo en red de organizaciones que tienen horizonte común de acción, ya sean educativas, de defensa de los derechos del niño, niña y adolescentes (como la REDHNNA, por mencionar una) e, incluso de ayuda humanitaria. Otro ejemplo es Fe y Alegría, que es una red educativa de 172 centros educativos, que posee cuatro programas, que incluyen emisoras de radio, centros de capacitación e institutos universitarios.

De igual manera funciona la Red de Acción Social de la Iglesia (RASI), que existe en casi todo el país, promoviendo la cultura de paz, la participación ciudadana… En red se multiplican los saberes y las posibilidades, pues se ponen en común, informaciones, talentos, experiencias…

 Por supuesto, para tener una red se requiere seriedad, coherencia, voluntad, responsabilidad, disposición, valoración mutua y respeto para que haya confianza entre los miembros de la misma. Es necesario subrayar que en el trabajo en red ninguna organización puede manipular ni aprovecharse de las otras.  

 Cuando se conforma una red, no es para disolver las organizaciones; por el contrario, se respeta la autonomía de cada una de ellas  y sus planes propios. Usualmente, la cooperación mutua ayuda al avance y logro de los objetivos trazados.

Es conveniente que la red tenga las tres P: plan, paciencia y perseverancia, aparte de los asuntos que van saliendo en el camino, según el contexto. Es necesario que las redes tengan sus acciones en conjunto, eso acrecienta la posibilidad de incidencia, dado que se trata de unir esfuerzos para resolver problemas que ayuden a construir una sociedad más humana, solidaria, respetuosa de los derechos humanos, además de cuidar la Casa Común.

En las redes de organizaciones se debe tener siempre 3 manos: una para ofrecer ayuda a otros, según fortalezas que se posean (en ocasiones, surgen problemas nuevos y  pedir ayuda es signo de inteligencia, no de debilidad como creen algunos) y una tercera mano para aplaudir, reconocer lo bueno que hacen los miembros de la red.

En nuestra experiencia, el trabajo en red no es para complicarnos el trabajo sino para potenciar nuestro trabajo, por ejemplo, establecer un día fijo para las reuniones periódicas es mejor pues las personas pueda hacer su agenda y prever los días “reservados” para ello; por otro lado las acciones conjuntas no pueden ser muchas, siendo fundamental tener claridad en los objetivos que se establezcan.  De igual manera, las acciones conjuntas se deben evaluar y sistematizar para que se aprenda tanto de los éxitos y errores, ayudando así a otros, porque lo bueno se contagia y de los fracasos también se aprende, para no repetir errores.

En estos tiempos de incertidumbre en nuestro país y de riesgos para unas cuantas acciones, las redes contribuyen a responder a emergencias cuando estas surgen.

Si pertenece a una organización, sea del tamaño que sea y aún no está vinculada a organizaciones con fines comunes o complementarios para trabajar en red, anímese, seguro encontrará una que le ayude o trate de conformar una.

Luisa Pernalete