El título, debemos reconocerlo, no lo inventamos nosotros, aunque es una preocupación permanente, sino que también lo es para toda América Latina, según se expresó en una reunión llevada a cabo en Santiago de Chile el pasado 19 de mayo, cuando se dieron cita representantes de 30 países de la región, entre docentes, estudiantes, organismos públicos e internacionales, para participar en la reunión del Comité Regional para el ODS-4 (Objetivos para el desarrollo sustentable) referente a Educación 2030. No sabemos si Venezuela estuvo presente, pero lo planteado para la región es muy pertinente para nuestro país.

En dicha reunión se plantearon las profundas desigualdades educativas y rezagos de aprendizaje en los 30 países participantes. La educación en la región está en una etapa crítica. Según mediciones estandarizadas que, por cierto, en nuestro país no se aplican desde hace mucho tiempo, evidencian una caída en resultados en Lengua y Matemáticas. En Venezuela, como ya lo apuntamos, hace años que no se aplican “mediciones estandarizadas”, pero la UCAB y otras instituciones han realizado diversos estudios, certificando lo grave que están nuestros estudiantes en esas áreas; el mes pasado dieron a conocer datos que eran suficientes para declarar a la educación en emergencia.

Los asistentes a la reunión de Chile coincidieron en afirmar que persisten grandes desafíos. Aproximadamente 9,6 millones de niños y niñas están excluidos de las aulas; 1 de cada 3 jóvenes no termina el bachillerato. Existen brechas mayores en sectores indígenas y en sectores históricamente excluidos (suponemos que los del sector rural están entre ellos). Además, y esto es muy grave, se necesitan cerca de 3,2 millones de docentes nuevos para reemplazar a los que han dejado las aulas por sobrecarga laboral y bajos salarios.

Nos detendremos en esta última afirmación: la necesidad de nuevos docentes y el tema de los bajos salarios. Recordemos que los salarios de los docentes de escuelas públicas en Venezuela son los más bajos de América Latina, más bajos incluso que los de Haití y Cuba, así que considérenlos ustedes si en este punto no estamos más urgidos que en otros países. ¡Hay escuelas de educación cerradas por falta de aspirantes, otras con bajísima matrícula! Según Carlos Calatrava, dato que mencionó en el foro “La oportunidad de generar oportunidades – Ideas desde y para la educación” (UCAB, 2024), en Venezuela se necesitan, para reconstruir la educación, unos 194.526 educadores, requiriéndose un programa urgente de formación masiva de nuevos docentes.  

Esther Kuische Laroche (directora de la Oficina Regional de la UNESCO en Santiago de Chile) habló de la urgencia en posicionar a la educación como centro delas políticas públicas nacionales y en la cooperación internacional. ¿No creen que aquí, en nuestro país, hace falta eso? ¿Es la educación el centro de las políticas públicas venezolanas?

En ese encuentro anunciaron la convocatoria para la Cumbre Mundial sobre Docentes, cuyo objetivo es afrontar el desafío global de la escasez de educadores, la necesidad de abogar por el esfuerzo sostenido para incrementar su número. ¡Ojalá puedan ir docentes de Venezuela! Ojalá la importancia de respaldar a los docentes, urgidos por salarios decentes, que garanticen lo que reza el Art. 91 de la Constitución, según el cual todo trabajador o trabajadora debe ganar lo suficiente para “vivir con dignidad, satisfacer las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales, para sí y para su familia”.  Hoy sabemos de educadores que no tienen dinero ni para el pasaje, ni para comprar zapatos y van con zapatos rotos a sus centros de trabajo. Recuerden que sin maestros no hay escuela y un salario decente es una condición para que sigan perseverando y para animar a los bachilleres a estudiar Educación.  

Hay que insistir en la necesidad de realizar campañas para lograr que los casi 3 millones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes que están fuera de las aulas de clase en Venezuela, vuelvan. Un niño, un adolescente sin educación no tiene ni presente ni futuro.

Ciertamente, la “mejor política”, como lo plantea, en su capítulo 5, la encíclica Fratelli Tutti, del papa Francisco, sobre la fraternidad y la amistad social, es aquella que busca construir el “bien común”.  Esa es la política que necesitamos.

Referencias bibliográficas

Calatrava, C. (2024). “Un boceto para la reconstrucción, aportes para el rescate del sistema educativo venezolano”. (págs. 31-64), en La oportunidad de generar oportunidades, Ideas desde y para la educación, Cátedra libre Andrés Bello, UCAB.

Luisa Pernalete