El 12 de febrero de 1814, jóvenes estudiantes y seminaristas, comandados por José Félix Rivas, dieron una batalla en La Victoria, estado Aragua, en el marco de la guerra por la independencia. En recuerdo de ese momento tan heroico, en 1947 se decretó el 12 de febrero como el Día de la Juventud.

Y hoy, ¿qué batallas están dando nuestros adolescentes y jóvenes en esta complicada Venezuela, en un mundo convulsionado y con muchos frentes difíciles? Hemos recogido algunos ejemplos de esos “héroes” de hoy, en los cuales mucha gente sólo ve “problemas sin solución” y, para ser sinceros, esas acciones “heroicas” no siempre se ven.

Comencemos por unos niños de 6to grado, junto a estudiantes de bachillerato, de un centro educativo en una zona rural de la carretera vía el cerro El Pao, estado Bolívar. En esa vía, Fe y Alegría tiene una escuela rural con tres sedes.   Esos niños y exalumnos se dieron cuenta de que una de las sedes del núcleo es muy pobre (todo el sector es pobre, pero los de Palo Mocho son los más pobres) y se han estado organizando para recoger alimentos, ropa, juguetes, además de animar a otras organizaciones que hay en el sector. Por ejemplo , María (10 años) se apunta los fines de semana para ir al Club de Abuelos; también están Sofía, Bárbara, Dilan, Antonio, Orangel (que estudia 3er año en otra escuela de Fe y Alegría, ayudando a los niños de Primaria enseñándoles Matemáticas) o Arango (un joven que sabe cortar pelo y ofrece ese servicio)… ¡Dan una batalla contra la exclusión social, la pobreza!

Pasemos a la Gran Caracas y sus alrededores. Veamos el caso de Isabel; ya no es joven, pero cuando era pequeña sufrió un accidente y tuvo quemaduras en el 80% de su cuerpo. Le costó recuperarse y decidió a los 20 años entrar a trabajar como secretaria en la escuela “Luisa Amalia Vegas” de Fe y Alegría, vía El Junquito, donde ella había estudiado. Es muy dedicada a su labor. Cada día batalla por su presente y futuro, a pesar del accidente.

Sigamos en la Gran Caracas. Jesús, siendo estudiante del colegio “San José Obrero” ubicado en Antímano (perteneciente también a Fe y Alegría), inició un emprendimiento que resultó exitoso. Actualmente acepta a pasantes del Colegio en su empresa, brindándoles una oportunidad.   ¡Qué bonito! Les enseña lo que él aprendió y lo que ha aprendido desarrollando una actividad propia, librando la batalla por un trabajo digno, por la independencia económica de los jóvenes que se van levantando.

Igualmente tenemos a los que luchan por la exclusión educativa, como todos esos jóvenes que han decidido terminar su bachillerato después de abandonar las aulas para ponerse a trabajar. Fe y Alegría les ofrece su programa de Educomunicación; pueden estudiar en sus casas de lunes a viernes, con materiales especiales diseñados para ellos, asistiendo los sábados a un centro de orientación, donde reciben clases para aclarar sus dudas sobre el contenido que estudian. Son participantes con edades comprendidas entre 16 y 23 años. En Barquisimeto hay 254 jóvenes participantes y 19 voluntarios jóvenes. ¡Resulta que las orientaciones sabatinas están a cargo de voluntarios! ¡Qué hermoso es ver la dedicación de esos estudiantes que trabajan durante la semana y de los voluntarios que los ayudan! En casi todos los estados del país hay centros de orientación para esta población de héroes contemporáneos.

Sigamos en Barquisimeto. En la parroquia Jesús de Nazaret, comunidad de La Carucieña ubicada en la zona norte de la ciudad, que es atendida por jesuitas, hay jóvenes del grupo Huellas que dan la batalla ante la orfandad de adultos mayores, visitando abuelitos, brindándoles momentos de mucha alegría.   De igual forma, esos jóvenes dan la batalla contra la orfandad de los hospitalizados, los visitan, les llevan arepas, les hacen sonreír.

Vayamos a la isla de Margarita. Veamos el caso de Emilio. Llegó grandecito a la escuela “María Luisa Tubores”, de Fe y Alegría, ubicada en una comunidad muy pobre y violenta. No sabía leer a pesar de la edad, pero aprendió rápido; tenía muchos deseos de aprender. Terminó su 6to grado, culminó su bachillerato y, trabajando, ha estado pagando sus estudios superiores. Ya se va a graduar de abogado y ayuda a todo el que puede en su comunidad de Sabaneta. Ha batallado contra la pobreza y la exclusión social.

Y finalicemos con las batallas que el Movimiento Juvenil Huellas, creado por los jesuitas hace 35 años, tiene como misión formar líderes infantiles y juveniles para que contribuyan con el bien común, mientras ellos mismos van construyendo su proyecto de vida, muy lejos de “malas metas” asociadas a drogas, delincuencia…   Según datos de 2023-2024, asociados con Fe y Alegría, sus miembros son 48,000 estudiantes entre niños, niñas, adolescentes y jóvenes, siendo acompañados por más de 1600 voluntarios, todos jóvenes. Dan batalla contra la violencia, la falta de esperanza, el déficit de ciudadanía.

Recogemos testimonio de algunos de esos voluntarios. Laura, hoy con 26 años, lleva tiempo siendo acompañante en el Zulia de niños y niñas del grupo Pasitos de sonrisa. Con buenas estrategias, mucho afecto, siembran en ellos semillas de respeto mutuo, solidaridad… Son batallas contra la orfandad de protección integral de niños y niñas. Además, luego pasarán a otra etapa de formación como adolescentes y se irán formando como líderes. De paso, Laura dice que su mayor recompensa es ver los rostros alegres de los niños que atiende. Lindo, ¿verdad? Tenemos el testimonio de José, en Maturín, quien acompaña a jóvenes que cooperan en jornadas nutricionales y de salud en varias comunidades (batalla a favor del derecho a la salud) y ya están trabajando en una comunidad más lejos, con jóvenes muy pobres y desatendidos en muchos sentidos. Huellas tiene un itinerario formativo muy atractivo y útil para niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Problemas nuevos, batallas nuevas.

Sabemos que el país está realmente difícil para la mayoría de los venezolanos. Sembrar esperanzas es parte de la batalla que debemos dar hoy.  En mi cuaderno tengo registrados muchos testimonios. Yo no sé ustedes, pero luego de saber de estas nuevas batallas con “jóvenes héroes contemporáneos”, me siento conmovida y esperanzada.

 

Luisa Pernalete