No hay duda que vivimos en un mundo violento. No hablamos sólo de las guerras de Ucrania, Siria, por mencionar algunas, hablamos de la ausencia de fraternidad, de la falta de empatía, de los malos tratos, de los insultos en las redes sociales…
Necesitamos promover la convivencia pacífica, en el hogar, en la escuela, en la calle y en las redes sociales también.
Yo estoy convencida que los “buena gente” son más que los “mala gente”. Pero la maldad y la violencia hace más bulla que la bondad y las acciones pacíficas. Si hay unos disparos en una comunidad, todo el mundo se entera, pero no se contabilizan la cantidad de madres que cada día le dan la bendición a sus hijos cuando salen (costumbre muy venezolana, de todos los estratos y a todas las edades).
Sin embrago, la verdad es que la sociedad está muy violenta y celebrar el Día Escolar de la Paz y la no Violencia es una buena oportunidad para hablar del tema y no sólo en las escuelas. Este día se celebra con motivo de la fecha en que fue asesinado Gandhi, en 1948, el pionero de la no violencia. Claro que hubo antes otros, el mismo Jesús: amar a tus enemigos, no matar, no mentir … Para nosotros, los creyentes, fue el primer pacifista, el primer no violento.
Comencemos afirmando que la no violencia no es como creen muchos que es para cobardes. El pacifista no es pasivo. Esta es una invitación para valientes. Es fácil hacerse oír a costa del miedo, con gritos y amenazas, sin embargo, tener autoridad por medios pacíficos, supone mucha valentía.
En segundo lugar, se requiere coherencia. Si queremos promover la paz, los medios tienen que ser pacíficos. La violencia siempre trae más violencia. Gandhi lo dijo de muchas maneras: una victoria obtenida por la violencia, será una victoria efímera, pues necesitará de más violencia para mantenerla. Una amiga suele decir que si nos comportamos como los que criticamos, somos iguales.Y me atrevo a añadir: los resultados serán iguales. Decía Gandhi también: “Mi vida es mi mensaje”. Y en cuanto a la educación en el hogar y en la escuela, hay que recordar que de 0 a7 años, los niños aprenden por imitación. Si los padres gritan, tendrán niños gritones; si arreglan los problemas con peleas y golpes, así lo harán sus hijos también. Y en la escuela igual. Maestra gritona tendrá alumnos gritones. Su actuación diaria es su mensaje, aunque diga otra cosa.
En tercer lugar, en una democracia se necesitan reglas, normas. Y esas deben ser conocidas, acatadas por todos. Las leyes protegen a los más débiles. Una sociedad sin reglas favorece a los más fuertes, como la ley de la selva. Se supone que la Constitución es la ley paraguas para todos los ciudadanos. Contempla deberes y derechos. Los derechos se exigen, se defienden, se viven; los deberes se cumplen para beneficios de todos. Los pacíficos debemos promover el conocimiento de la Carta Magna. Hay que saber, por ejemplo, que su el preámbulo se hace referencia a establecer una sociedad “democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural” … Igualmente en dicho preámbulo se habla de la necesidad de un Estado de justicia, que consolide “los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común” … ¿No les suena bien, bonito, deseable? Hay que conocer toda la Constitución, pero sugiero que al menos ese Preámbulo lo tengamos presente los pacíficos. Al leer los artículos que tienen que ver con derechos de los ciudadanos, subrayen el 68, ese que reza que “los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a manifestar pacíficamente y sin armas, sin otros requisitos que los que establezca la ley”, y añade en el siguiente párrafo, que “se prohíbe el uso de armas de fuego y sustancias tóxicas en el control de manifestaciones pacíficas”. Entonces, los pacíficos tenemos que conocer y difundir nuestra Constitución.
En cuarto lugar, la violencia hay que rechazarla venga de donde venga. No valen los apoyos automáticos. Los educadores pacíficos tenemos que enseñar a los alumnos y a sus padres. Ha crecido mucho la violencia intrafamiliar en Venezuela y me temo que en América Latina. Hay que trabajar fuertemente en la educación psicoafectiva. No se trata de reprimir sentimientos y emociones, cuando hay hechos que generen indignación y rabia, hay que expresarla, aunque sin agredir al otro. No hay violencia mala y violencia buena. Otra cosa es la defensa propia. Es necesario promover resolución de conflictos por vía pacífica.
En quinto lugar, hay que recordar que no es cierto que todos tenemos la misma responsabilidad en esto de rechazar la violencia y promover la paz. Mientras mayor sea el poder de la persona o institución, mayor será su responsabilidad. Una madre tiene la responsabilidad de enseñar a sus hijos a convivir pacíficamente; un maestro a sus alumnos, mientras el equipo directivo a todos los estudiantes y a todo el personal, esforzándose que la escuela irradie buenos ejemplos al entorno y a las familias. Los líderes, del bando que sean, los comunicadores sociales, tienen responsabilidad con amplios sectores de la población. Las autoridades de la ciudad y de la región, tienen poder y responsabilidad con todos los gobernados en esto de promover la convivencia, hayan votado o no por ellos. Y así vamos.
Finalmente, quiero recordar que Nelson Mandela, después de 27 años preso, cuando salió en libertad, lo primero que manifestó fue que no quería venganza, pues la misma era mala consejera. Y luego supo entenderse con sus opositores, ¡esos que lo habían mantenido tras las rejas! y pudo evitar así una guerra civil.
En las escuelas hay que hablar de estos temas. Todos los alumnos deben conocer procedimientos no violentos para resolver conflictos y conocer a personajes como Gandhi, Martin Luther King, Mandela, Malala… Es una invitación para valientes. ¡Hay mucho qué hacer!