“Cualquiera ve mi rostro/ pero necesito un espejo para verlo yo/ Cualquiera ve mi espalda/ pero necesito un juego de espejos para verla yo// Para verme como soy/ necesito que el otro me refleje./ Para verme plenamente/ necesito una comunidad que me rodee/ con acogida limpia/ que pueda mirarme en ella//”.
Inicio con parte de ese hermoso poema de Benjamín Gonzáles Buelta SJ, titulado “Necesidad del otro” y es que en Semana Santa se supone que tenemos algo de tiempo para reflexionar, no solo sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús, sino también sobre nuestras propias cruces, sin descuidar la existencia de esos cirineos que nos ayudan a llevar dichas cruces y la posibilidad también de ser nosotros mismos como ellos.
En este mundo complejo y en esta Venezuela tan complicada en medio de una emergencia humanitaria compleja, con decenas de aristas que nos preocupan, necesitamos de otros para: algún consejo, alguna emergencia de salud, un rato de escucha, ver cómo nos estamos comportando, administrar nuestras emociones y no pagarla con el que tengamos al lado, aunque no tenga ninguna responsabilidad con aquello que nos da rabia o angustia. Necesitamos a otros. Pedir ayuda no es signo de debilidad, como creen algunos, es más bien signo de inteligencia. Reconozco que tengo un problema o una debilidad y busco quien me ayude. Pensemos en estos días por dónde andan nuestras necesidades de los otros, pidamos la sabia humildad para reconocer esas debilidades, esas carencias.
De igual manera, durante estos días de reflexión, miremos a nuestro alrededor esos dramas, algunos pequeños, otros más grandes, de gente que está pidiendo ayuda para cargar sus cruces. ¿Quién está requiriendo un cirineo a su lado? Pensemos en los niños, niñas y adolescentes que están solos, ya sea porque sus padres se han ido a las minas del sur del país o a países vecinos, sintiéndose abandonados, o tal vez, como me contaron de un caso del adolescente que se suicidó ya que sus padres permanecían todo el día fuera de la casa mientras él se sentía muy solo, al menos así lo dejó escrito en una carta. La soledad no es sólo de los niños y adolescentes, también hay muchos adultos mayores, padres, abuelos que se han quedado solos pues sus hijos y nietos se han ido del país. Visitar a esas personas puede ser una gran ayuda, escucharles cómo les va, sonreírles, abrazarles… Visitar ancianatos es otra posibilidad. Sin ir muy lejos, deténgase un rato en la esquina de una cualquier avenida de la ciudad y observará niños, adolescentes, jóvenes limpiando parabrisas, agradeciendo cualquier ayuda, o personas en sillas de rueda vendiendo caramelos, esperando algún apoyo, jóvenes y no tan jóvenes haciendo malabarismos y tendiendo su mano para poder llevar algo a sus casas… Muchas alternativas de ser cirineos, incluso desear buenos días por mensaje, estar pendientes de gente con problemas de salud, rezar por ellos y que lo sepan…
No podemos negar que han crecido las posibilidades de extender la mano para ayudar a cargar cruces, por ejemplo, Cáritas tiene programas de ollas solidarias en muchas parroquias. Hay cruces más grandes que podemos ayudar a cargar, vamos a mencionar una que nos convoca a todos: esa cruz de la emergencia educativa que afecta a muchos: Fe y Alegría acaba de lanzar su rifa anual, comprar un ticket va ayudar a la educación de más de 100 mil niñas, niños, adolescentes y jóvenes en su educación y formación. Los recursos son necesarios para mantener sus centros educativos y los diversos programas.
En fin, necesitamos a otros y hay muchos que nos necesitan. Recordemos, además, que está comprobado que cuando se hace una buena obra, sube la capacidad de generar endorfinas en los que actúan, en los beneficiarios, y en los testigos, o sea, hasta por egoísmo legítimo habría que ser cirineos.
Que en esta Semana Santa podamos acercarnos a otros, ya sea para pedir ayuda o ayudar en sus Vía Crucis y resucitar así con signos de vida.
Luisa Pernalete
@luisaconpaz