Normalmente, al llegar el mes de julio, los educadores estamos muy cansados.  El año escolar es agotador, pero hay años de años y este ha sido especialmente difícil, pues en Venezuela seguimos en medio de una Emergencia Humanitaria Compleja, con todos esos elementos que ya conocemos, que convierten cualquier tarea en una carrera de obstáculos, sin mencionar que aún no hemos llegado al último capítulo con el tema de la pandemia.  Volver a las clases presenciales, después de casi dos años con clases a distancia, también ha supuesto elementos de estrés a los educadores. No olvidemos que muchos están huérfanos de acompañamiento, recordando  que esos salarios insuficientes también suponen dosis de preocupación.

Sin embargo, hay muchos docentes que siguen en sus puestos haciendo malabarismos.  A ellos me dirijo, con algunas recomendaciones que les ayudaran a llegar hasta el 30 de julio con energía.  Aquí van 7 erres que pueden aplicar en su centro educativo, pero, sobre todo para que lo apliquemos a nuestra cotidianidad, pues debemos cuidarnos.

Reconocer.  Comencemos por reconocer unas cuantas cosas.  Primero nuestros propios sentimientos a final de este año. ¿Cómo se siente? Puede tener varias respuestas:  estar cansado, normal o preocupado por tantas tareas pendientes todavía, aunque igualmente puede estar contento con su labor por hacer bien las cosas.  Reconozca el trabajo de sus alumnos, ¡no se olvide de aplaudir el esfuerzo que hicieron! Aproveche para reconocer, si la tuvo, la ayuda de sus compañeros de trabajo.  Aprender a ver lo bueno que hacen los demás, gratifica al otro y uno se siente muy bien cuando lo hace (Hamilton, D., 2020).  Este es un buen momento para expresar en el colegio lo que quisiera mejorar para el próximo año. Reconocer qué le incomoda y expresarlo de manera asertiva es una buena práctica. Sin agredir, sin descalificar, sin insultar.

Reflexionar.  Este último mes es el tiempo para recoger los aprendizajes. ¿Qué salió bien? ¿Qué no salió bien? ¿Pudo interesar a los alumnos o, con sinceridad, los aburrió? ¿Qué debe cambiar para el año que viene?  Además de un mejor salario, ¿qué otra cosa le ayudaría a tener un trabajo más agradable? ¿Hay algo de lo que hacen sus compañeros que pudiera aplicar y serle útil a usted?  Si logró escuchar a sus estudiantes sobre cómo se sintieron este año y que sugieren:  ¿en qué aspectos tienen razón? Sé de directores que preguntaron no sólo a los alumnos, sino también a padres y representantes qué opinaban del año escolar.  Rectificar es cosa de sabios.

Relajarse.  Respirar profundo.  Hacer ejercicios de relajamiento todos los días ayuda a comenzar bien la jornada.  Un poco de ejercicio físico, respirar profundo, que es mucho más que llevar oxígeno a los pulmones.  Cuando se respira, desintoxicamos nuestro cuerpo, estimulamos la circulación, disminuye el estrés y la ansiedad.  Podemos hacer ejercicios de respiración profunda varias veces al día.  Ayuda a la concentración.  Podemos hacer pausas en nuestro día de trabajo -incluso enseñar a los alumnos a hacerlo- y realizar ejercicios de inhalar-exhalar con lentitud, manteniendo el oxígeno que inhalamos por la nariz unos 4 segundos y exhalar por la boca (si lo hace  varias veces, verán cómo ayuda).  Para relajarse también ayuda darse unos masajes en el cuello y en la parte alta de la espalda.  Si tiene quien se los dé ¡perfecto!; en caso contrario, déseles usted mismo.  Acumular el estrés diario no deja pensar con calma,:  podemos perder el sentido del humor,  que nos moleste todo y tal vez que paguemos la molestia con quien no tiene la culpa.

Reír y sonreír.  No se trata de andar de rochela en rochela, ni de banalizar las situaciones.  Practicar la risa y la sonrisa distiende, acerca al otro. La risa tiene un gran valor terapéutico y pedagógico (García W., D., 1999).  El sentido del humor se puede enseñar y se puede aprender.  Para esas reuniones de final de año, recordar anécdotas chistosas vividas durante todos esos meses puede ser una buena idea para comenzarla.  Sonreír frente al espejo cuando aseamos nuestra cara nos predispone adecuadamente para la jornada.  Recuerde que hablamos de reírnos con nosotros mismos, con otros, nunca del otro. La  burla es violencia.  Ejercicios de risoterapia es algo que se debiera practicar en todos los planteles.  Recuerde que reír es gratis.

Reunirse.  Estos tiempos tan cambiantes y no sólo en educación, es imperativo el trabajo en equipo. En la escuela es muy importante re-unirse para ayudarnos mutuamente, compartir buenas prácticas y buenos momentos. Las reuniones no tienen que ser únicamente las formales, convocadas por el equipo directivo:  se pueden tener reuniones de grado, de etapa.  No olviden a los padres y representantes, nuestros principales aliados:  recordemos  cambiar con ellos la mano acusadora por la mano extendida que promueve la cooperación.

Rezar.  No importa su credo:  la fe es una gran ayuda.  Rezar por los demás, por el que sufre, por los alumnos.  Acompañar el rezo con meditación, aunque sea un rato por las mañanas o al anochecer.  Dar gracias.  Me gusta mucho rezar el Padrenuestro, el que ya sabemos o alguna versión, como el de la escuela, escrito por mí hace años.  Esta oración nos hacer sentir a todos hermanos y en nuestros centros educativos debemos educar para la fraternidad. Si usted no es creyente, véalo entonces como una manera de expresar nuestro deseo de hermandad.  Les comparto mi Padrenuestro de la escuela para terminar estas líneas:

“Padrenuestro, que estás en la escuela/ en el patio entre chamas y chamos/ que tu Reino sea santificado/ y que de los juegos surjan los hermanos.// Padrenuestro, que sabes de oficios/ ven y corrige tareas también/ que tu Reino está en las cosas grandes/ y en esas pequeñas que poco se ven.// Padrenuestro, que haya cupo para los que no están/ pan y trabajo para los padres/ sólo así podremos conseguir la paz.// Padrenuestro, Padre del perdón/ que sepa yo entender travesuras/ que cuente hasta 10 ante cualquier lío/ y hasta en los regaños ponga yo ternura.// Padrenuestro, te pido perdón/ por las clases dadas sin sentido / por hablar siempre más de la cuenta/ por los días que no me he reído.// Padrenuestro, que nunca caigamos/ en la tentación de dejar de soñar/ que el cansancio, el tedio, la rutina/ no sea una excusa para no inventar.// Padrenuestro, que cuando yo muera/ nadie diga que fui una sufrida/ que se diga que fui una maestra/ feliz de enseñar y muy divertida.//

Referencias bibliográficas

Hamilton, D (2020).  Los 5 beneficios de ser amable. 1ra Edición. Diana Editorial.  México.

García W., D.  (1999). Los efectos terapéuticos del humor y la risa. Editorial Sirio. Buenos Aires, Argentina.