
Beatriz está en 5to grado. Estudia en una escuela de Fe y Alegría en el Municipio San Francisco. ¡Estaba feliz de volver a un patio de recreo, ver compañeritos, tener una maestra al frente y escucharla! Cuando le pregunté cómo se había sentido este año, contestó animada: “Me sentí acompañada por los otros niños, por la maestra. Al principio un poco nerviosa, pero, después me fui calmando.” Su mamá dice que no ha querido faltar ni un solo día a clases.
Falta poco para que termine este difícil año escolar porque la emergencia humanitaria compleja no ha terminado: los servicios públicos siguen fallando, el combustible sigue escaseando (aunque en algunas ciudades haya mejorado esta situación)… Muchos docentes estarán hasta el 30 de junio trabajando con los estudiantes, mientras otros finalizaran el 15 de julio. Sugiero aprovechar estos días que faltan para darle la voz a los alumnos recogiendo aprendizajes e insumos a tomar en cuenta para el próximo período escolar.
Recomiendo que comiencen por preguntarles cómo se sintieron cuando les dijeron que volverían a tener clases presenciales. ¿Les gustó la noticia? A los más pequeños les pueden pedir que hagan un dibujo que exprese qué rostro tenían ese primer día: ¿alegría?, ¿fastidio?, ¿miedo? Pregunten si se sintieron bien recibidos después de casi dos años de educación a distancia. Recuperen algunas anécdotas simpáticas.
Y durante el año, ¿cómo se fue desarrollando el trabajo?, ¿entendían mejor los temas que cuando era a distancia? ¿Se ayudaban en el salón? ¿Las tareas eran muchas, pocas, suficientes, aburridas, interesantes? ¿Qué les gustó más de lo que aprendieron? ¿Qué no les gustó? En el bachillerato habría que preguntar (tal vez el profesor guía): ¿cuál fue la materia que más les gustó y el por qué? ¿Cuál les resultó más difícil? ¿Pueden proponernos algunas sugerencias para mejorar el trabajo en el aula?
Una estrategia clave que puede resultar para pequeños, medianos y grandes es pedirles que se imaginen en el papel del maestro o maestra: ¿qué hubieran hecho en el salón?, ¿qué habrían enseñado? ¿Qué les gustaría hacer para finalizar este año escolar? Si pudieran hablar con los directivos, ¿qué propondrían para el próximo período escolar?
Y más aún: si fueran parte del equipo directivo, ¿qué habrían hecho en el colegio?, ¿qué actividades especiales hubieran organizado?, ¿cómo estuvo el comportamiento entre los alumnos?, ¿costaba prestar atención?, ¿se elaboraron a principio del año los acuerdos de convivencia?, ¿se cumplieron? ¿Hubo peleas en los pasillos o en el patio? ¿Se trataron en clase temas sobre violencia escolar?, ¿se habló del acoso escolar? Si no se hizo, ¿creen que se debería hacer?
Una pregunta muy importante: ¿saben de compañeros que abandonaron los estudios? ¿Es posible recuperarlos?
Un caso especial son los “niños dejados atrás”, esos cuyos padres se fueron a las minas (en el caso del estado Bolívar) o a otros países, dejándolos con los abuelos, tíos, hermanas mayores… ¿Se sintieron acompañados en la escuela?
Dar la palabra a los alumnos siempre ha sido necesario e importante, pero más ahora, después de casi dos años de educación a distancia, tiempo durante el cual estuvieron lejos de la mirada y del trato directo con los docentes, adquiriendo -de una u otra manera- cierta autonomía, para mal o para bien. Es innegable que la educación ya no será la misma, ni aquí ni en el resto del mundo: ha de ser más creativa, participativa y menos “bancaria” (para decirlo en términos de Pablo Freire). Esto requiere cambios, más trabajo en equipo, mayor empatía con los alumnos, ¡de la edad que sean!
También los padres y representantes deberían ser consultados sobre cómo se han sentido este año y cómo vieron a sus hijos con este retorno a lo presencial. Pidan sugerencias para el próximo año. Recuerden que la escuela y la familia juegan en el mismo lado de la cancha: la familia es la primera aliada de la escuela.
Estas conversaciones no tienen que ser todas para un solo día, dediquen un rato en cada ocasión y hasta de repaso les puede servir. Si logran que unos cuantos colegas de la institución lo hagan tendrán nuevos insumos para sus reuniones de evaluación del año. Claro que también el personal debe expresar cómo se ha sentido con este retorno, qué ha aprendido, qué herramientas quisiera tener para el próximo año… Hay organizaciones como Fe y Alegría, además de universidades como la UCAB (tanto en Caracas como en Guayana) que están muy dispuestas a colaborar con los educadores.
Si he logrado captar la atención de docentes dispuestos a dar la voz a sus alumnos, me encantaría conocer los resultados de ese diálogo.