La educación es el arma más potente

para cambiar el mundo.

Nelson Mandela

Puedes empezar a cambiar nuestro mundo a mejor cada día, por pequeña que sea la acción”. Esta frase de Nelson Mandela, una entre muchas célebres, es inspiradora. Y la elegimos para comenzar nuestra columna semanal, porque dice mucho de ese líder mundial, ganador del Premio Nobel de la Paz (1993) junto al entonces presidente de Sudáfrica, Frederik de Klerck, por haber contribuido a la instauración de la democracia multirracial en su país. Cuando escribimos estas líneas, se está recordando el Día de Mandela, pues nació el 18 de julio de 1918.

Toda su vida es muy interesante. Sería bueno, si es que tenemos lectores que puedan gozar de unos días de vacaciones en agosto, que lean su biografía, aunque sea esas que se encuentran en Google, dado que sus libros no son tan fáciles de conseguir en nuestro país. De verdad, conmueve, inspira, anima, pues tuvo que enfrentar muchos problemas, no solo por haber nacido y crecido en un país de raza negra, pero dominado por una minoría blanca-inglesa, con una cruel política segregacionista, que mantenía a la mayoría negra en pobreza y en condiciones deplorables. Tuvo también problemas familiares y serios; sin embargo, cuando fue liberado tras permanecer 27 años en la cárcel, no respiraba ni resentimiento ni deseos de venganza. Había sido detenido precisamente por su participación muy activa desde el Congreso Nacional Africano (CNA) siendo joven.

No son suficientes dos cuartillas para hablar de toda su vida. Nos interesa aquí mencionar dónde puso sus prioridades una vez que salió electo presidente en 1994, ¡convirtiéndose en el primer presidente de raza negra en las primeras elecciones donde los negros pudieron participar con un candidato propio!

Solo un par de cosas, antes de entrar a su presidencia, que está ampliamente recogida en el libro “El color de la libertad”. Los años presidenciales” (Mandela, Nelson y Langa, Mandela, 2018, 2.ª edición, México).

Mandela se unió al CNA en 1944 y participó en la resistencia contra las políticas del apartheid. ¡Tenía un verbo encendido, al extremo que en cierto momento planteó a sus copartidarios una salida violenta del régimen injusto, pues este les cerraba todos los espacios cívicos! Y, aunque estuvo preso en diversas cárceles, su reputación de resistencia no dejó de crecer en todo el mundo. En la prisión comenzó a escribir su autobiografía y, como podía, enviaba las hojas a Inglaterra. Más de una vez se las confiscaron.   Les recomiendo el libro “Conversaciones conmigo mismo”, escrito por él (2011, Editorial Planeta, 1.ª reimpresión de Planeta para Venezuela).

 Cuando Mandela fue liberado, después de un tiempo de conversaciones con el gobierno de Klerk, quien consideraba que ya el régimen no se sostenía, dijo que la venganza era mala consejera. ¡Y no se dejó llevar por ella! Ahora sí vamos a algunos aspectos de su presidencia 1994–1999.

Nada de aferrarse al poder. Algo interesante: les dijo a sus compañeros de partido que sería presidente solo en un período, no quería reelección. ¿Qué tal si los actuales presidentes de muchos países del mundo siguieran este consejo de Mandela?

El lema de su partido: “Mejor vida para todos”. Mandela recibió un país con 40 millones de habitantes, la mayoría negra y una minoría blanca; 23 millones no tenían electricidad; muchos millones no tenían agua potable; 2 millones no tenían escuela, por mencionar algunos datos. Él, como presidente, se esmeró, a pesar de muchas dificultades económicas, en implantar beneficios a las comunidades de manera inclusiva, especialmente para personas con discapacidad, los infantes y los adultos mayores.   Se incrementó la matrícula escolar. La educación adquirió mucha importancia. Una de sus frases más célebres es: “La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”. Otra dice: “Los niños y las niñas no solo son el futuro de la sociedad, sino el futuro de las ideas”. ¿Cómo les suenan esas prioridades?

Cuando asumió la presidencia, se comprometió a trabajar por la paz y la reconciliación. En la práctica, dado que sabía que sus partidarios no tenían experiencia en la administración pública, ofreció a los funcionarios blancos que quisieran renunciar que se quedaran. De igual forma, conformó un gobierno de coalición, o sea, hubo ministros blancos, aunque, por supuesto, los ministros negros eran mayoría. Mandela detuvo una guerra civil. Claro que no se trataba de “borrón y cuenta nueva”. Conformó una comisión de la verdad para que investigara crímenes durante los gobiernos con políticas segregacionistas, dirigida por Desmon Tutu, obispo anglicano de Sudáfrica, activista en contra del apartheid y Premio Nobel de la Paz 1984.

La sencillez y la coherencia fueron otras características de la personalidad de Mandela. Tenía comodidades como presidente, pero donaba una buena parte de sus ingresos a la Fundación Nelson Mandela, fundada en 1995. Esa no fue la única fundación que creó para ayudar a otros. Cuando dejó la presidencia, se dedicó, entre otras cosas, a promover la paz en África, sirviendo de mediador como, por ejemplo, en Burundí. Daba muy buenos consejos a sus líderes. Sobre la coherencia, entre otras cosas, dijo que “Nunca podrás influir en la sociedad si tú mismo no has cambiado”.  Nos recuerda a Gandhi, del cual Mandela era seguidor y no lo ocultaba.

En fin, esperamos, por lo menos, haber sembrado en nuestros lectores el interés por conocer más de Mandela. Los niños, niñas, adolescentes y jóvenes también debieran conocer estos líderes mundiales, como el caso de Mandela, seguidores de la no violencia como modo de proceder. Les dejo este otro pensamiento de nuestro inspirador líder: “Si quieres la cooperación de las personas que te rodean, debes hacerles sentir que son importantes, y eso se consigue siendo humilde y auténtico”.

Luisa Pernalete