Los jóvenes de hoy necesitan inspirarse para enfrentar la complejidad del mundo y así transformarlo, humanizarlo, y no pueden solo tener como “héroes” a deportistas, artistas, influencers que a veces no sabemos para qué quieren influir. Hay jóvenes contemporáneos que pueden servir de ejemplo. Nos referimos a Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, los cuales serán canonizados el 7 de septiembre. Poco conocidos con historias realmente conmovedoras y, de verdad, inspiradoras.
De Pier Giorgio Frassati no habíamos leído nada y quedamos gratamente impresionadas con lo que fuimos encontrando. Nació en 1901 en Turín (Italia) en una familia acomodada, con muchos recursos y muy rígida; murió en 1925 en esa misma ciudad. Desde su infancia sintió inclinación por ayudar a los pobres. Una vez, siendo un niño todavía, una señora que mendigaba con su hijo descalzo tocó a la puerta de la mansión donde vivía. Pier vio la escena, se quitó sus zapatos y se los dio al niño. Muy joven entró a la Acción Católica, vinculándose a obras de acción social, así como a organizaciones estudiantiles cuando estudiaba en el Politécnico de Turín. Quiso ser ingeniero industrial; quería ir a las minas para estar al lado de los mineros, muy pobres en aquel tiempo. Como estudiante, participó en manifestaciones en contra del fascismo y se opuso al gobierno de Benito Mussolini. En una de esas protestas fue arrestado. Participó en la política de su tiempo, indignándose ante las situaciones de injusticia que presenciaba.
Cuando se graduó de ingeniero, su padre le propuso uno de estos regalos: un auto o un fondo considerable de dinero. Eligió lo segundo, pero no para gastarlo en él, sino para darlo a obras de caridad. Y así siguió. Cuentan que, a veces, no tenía ni para pagar el tranvía y así regresar a su casa, porque hasta eso les regalaba a los pobres.
Sin embargo, no crean ustedes que solo era trabajo y misa. Fue un gran deportista, ávido montañero, escalador, atleta; nadaba muy bien. Frecuentaba museos y teatros. Aprendió a bailar con gusto. Hablaba francés y alemán. Tenía, pues, una formación integral.
Todo eso a medida que crecía como, lo que hoy llamamos, un “laico comprometido”. En 1922, después de meditarlo mucho, ingresó a la rama laica de los dominicos. No fue religioso, ya que actuaba desde su cualidad de laico. ¿No resulta inspirador para muchos de nosotros?
Además, tenía muy buen sentido del humor. Eso nos encanta. Con sus amigos más cercanos fundó un círculo denominado “Los tipos sospechosos”, que detrás de los intentos bromistas tenía el siguiente lema: “Pocos, pero buenos como los macarrones”. ¿Qué tal?
Religión Digital tituló “Frassati, un enamorado de Cristo”, en una nota reciente. Llamaba a la vida “alegría a través de los dolores” y continúa indicando que muestra cómo la paz y la esperanza, las auténticas, nacen de un enamorado que dice un sí, tenaz y escondido, cada día, inclinándose en Dios hacia el hermano.
Frassati, como señalamos anteriormente, fue de la Acción Católica y hoy, desde muchos países, jóvenes militantes de esta organización lo llaman hermano y maestro de la cotidianidad.
Murió joven, a los 24 años; contrajo poliomielitis, probablemente en una de esas barriadas pobres que visitaba. Fue beatificado por Juan Pablo II en 1990 y el 7 de septiembre será su canonización. Hay que difundir su fascinante biografía. Profesional, deportista, político, misericordioso a tiempo completo.
También este 7 de septiembre será canonizado Carlo Acutis, “el influencer de Dios”, el primer santo millennial. Nació en 1991, en Londres, de familia italiana. Al poco tiempo, su familia volvió a Italia. En su breve vida, pues murió cuando tenía 15 años (2006), fue un chico como cualquier otro de estos tiempos, apasionado por el deporte, la naturaleza, los animales y mucha tecnología. Falleció debido a una leucemia fulminante. Asistía diariamente a misa, utilizó la tecnología para ayudar a los más pobres y propagar la fe a sus contemporáneos.
Su madre, que vive todavía, comenta que Carlo quiso que compraran casa en Asís, para estar cerca de la naturaleza como san Francisco. Fue un adolescente de su tiempo (de este tiempo), pero con corazón abierto a Dios. Muy devoto, hizo su primera comunión a los 7 años, empezó a ir a misa y rezar el rosario, pero también era muy abierto a los demás. Ella cuenta que su hijo, a los 9 años, empezó a organizar una especie de Cáritas doméstica: llevaba comida, bebidas, mantas y sacos de dormir a las personas que vivían en las calles, ayudando a los chicos que sufrían de acoso escolar. ¡Un verdadero santo adolescente!
Su trabajo de evangelización a través de internet fue sobresaliente, pues era muy bueno en informática. Es conocido como el “patrono de internet”. Su vida les dice a los adolescentes y jóvenes de hoy que es posible llegar a la santidad con alegría, siendo jóvenes sin drogas, sin alcohol. Carlo se vestía como cualquier joven de su edad, por lo cual su figura es cercana. De verdad inspiradora su vida y qué bueno que la Iglesia lo declare santo. Eso siembra esperanza en el mundo para todos.
¿No creen que estas dos vidas deben ser difundidas en todas las parroquias, todos los liceos y universidades? Y para ir un poco más allá, en Venezuela también hay adolescentes y jóvenes haciendo cosas maravillosas a favor de otros, siendo felices haciendo el bien, como todos los chicos de la Organización Juvenil Huellas, quienes hacen servicio comunitario y luego se quedan en esas comunidades trabajando. Hay que difundir no solo los problemas, que los hay y son muchos, sino igualmente ver la bondad juvenil silenciosa de muchos chicos y chicas.
Bienvenidos al mundo estos dos santos jóvenes inspiradores de jóvenes.
Luisa Pernalete