LP21Estimados señores de la FAO:
La verdad es que la situación no está para invitar a nadie ni a un vaso de agua, porque agua tampoco hay en muchos hogares venezolanos, pero resulta que hace poco me enteré que aquí, en este país, hay una delegación de esa organización de la ONU que se encarga de todo el tema de la alimentación del mundo. ¡Nada más y nada menos! Y como también se sabe, porque para eso hubo cadena nacional, la FAO hizo un reconocimiento a nuestro gobierno por lo bien que ha cumplido las metas del milenio en lo que alimentación se refiere. Sin embargo, no pude evitarlo y me vino esa idea de invitarles a desayunar a mi casa.

Déjeme decir que pensé en desayuno y no en un almuerzo o cena porque se supone que el almuerzo es la comida fuerte de los venezolanos y… ¡está bien fregado ir a comprar carne, pescado o pollo, ya ni soya deshidratada se consigue! Además para la cena está el agravante de la inseguridad, ¿quién se atreve a salir después de la seis de la tarde? Eso es otro tema.

Sigamos con el desayuno. Comencemos por decirles que solo puedo invitarles para un miércoles, pues soy del “Club de los martes”, y lo mejor sería que vinieran ustedes ese día para que me acompañaran a hacer mercado, pues la alimentación en Venezuela empieza por la “c” de la cola. Sin cola no hay desayuno, ni almuerzo ni cena. Les prometo no un desayuno criollo porque ponerles caraotas significaría que la próxima quincena no comería yo: ¡entre 800 y 1.200Bs unas bolsitas que finalmente no son un de un kilo! ¡Caramba, saben a caviar cuando las encontramos y con ese precio son caviar criollo!
Tampoco habrá arepas en ese desayuno. Ya lo saben, tal vez haya suerte y me tope con el tesoro en el super, pero a sobre precio ¡250 bolívares débiles! No me comprometo, así que les pondré casabe. Huevo si hay, ¡se salvaron!, ya el medio cartón está por los 450Bs. Pero eso sí: no habrá nada de “perico”, porque los tomates y las cebollas solo las venderán ahora en las joyerías. Hay otra novedad en ese desayuno: cafecito tampoco les daré, ni en Barquisimeto lo verá ustedes de manera libre y, de contar con la ayuda de mi ángel de la guarda que suele depararme sorpresas de gente buena en mi camino, tal vez alguien compartirá un poquito conmigo, pero ni sueñen que se lo daré marroncito. ¡La leche, de verdad, no está a mi alcance! Fíjese que el otro día hice una encuesta en la puerta de un colegio de Fe y Alegría, a orillas del río Orinoco: de 10 niños solo 3 toman leche a diario (ya sé que esto lo he repetido en otras columnas, pero es tan terrible que lo vuelvo a poner a ver si alguien se conduele y grita ¡basta!).

¿Y las frutas? Les cuento, señores de la FAO, en mi familia me acostumbraron a una ración de fruta por la mañana. “El cambur tiene potasio”, solía decir mi papá. ¿Saben ustedes cuando cuesta hoy un camburcito? ¡ Entre 30 y 40 bolívares! Ni que fueran manzanas.

No se preocupen por mi perrito “Chiquitín”, porque lo amarraré; no sea que les quite el plato de la mesa. ¡El pobre está pasando hambre!, sobras no quedan y la perrarina está desaparecida…. Ya quisiera saber cuál venezolano está comiendo perrarina para decirle: ¡oligarca! Y de paso, pedirle un poquito para “Chiquitín”.

¡Ah, otra cosa! Traigan su servilleta, porque o compro servilleta o compro ese otro papel que no lo menciono aquí por delicadeza.

Bueno señores de la FAO, la agenda oculta de esta invitación es preguntar si es posible revocar ese reconocimiento que le hicieron a Venezuela por el “deber cumplido”, pues la verdad es que los venezolanos estamos comiendo mal. Y les dejo porque me avisa la vecina que llegó arroz en el super de los chinos, si no me apuro me sale ayuno mañana.

@luisaconpaz


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Joven emprendedor, creo en Dios y sus promesas, programador, apasionado por las tecnologias y Fundador de Empresario Virtual, poeta http://www.empresariovirtual.org Mil Palabras!