Disculpe el jefe de redacción por este título extra largo, pero es que la situación está tan difícil que no hay nada simple que uno pueda hacer.
Empecemos por decir que hoy en Venezuela hay que activar todas las inteligencias múltiples e incluso hacer uso de otros “cerebros”, de esos que yo tengo en mi morral del Educador de la paz.
Insistimos en que son necesarias todas las inteligencias múltiples, subrayando las que tienen que ver con las relaciones interpersonales y la intrapersonal: entender a los demás, entenderse y escucharse a usted también para que no sea tan duro ni con usted ni con los que le rodean. No se olvide de la inteligencia verbal para hacer sus reclamos adecuadamente –siempre ajustados a la Constitución-, también para que pueda aconsejar a los que pierden la paciencia o a esos que quieren arreglar las cosas a los golpes. Muy necesaria también es la inteligencia numérica, muy importante hoy para ver como no solo resta a su siempre insuficiente salario y suma deudas; sino también suma los momentos bonitos que pasa con su familia y, si tiene nietos o nietas, ya sabe que esos momentos multiplican sus endorfinas, no deje de meterlos en las cuentas diarias. Hasta la cinestésica se vuelve una inteligencia necesaria en estos tiempos: le facilitara correr si en la manifestación pacífica llega alguien a sabotear y usted deba salir corriendo.
No esta fácil tener todas las inteligencias desarrolladas, pero sepa usted que existen. No hay una que permita que nos sigamos sorprendiendo de las declaraciones de altos funcionarios y funcionarias, como esa ministra que dijo en Chile que aquí no había problemas con el suministro de medicinas. No hay que perder la capacidad de sorpresa unida a la capacidad de indignación. Esa constrúyala usted.
Estas inteligencias hay que enlazarlas con cerebros diversos. Yo, por ejemplo tengo en mi morral un collar con un cráneo de mono que me regalaron hace tiempo unos maestros hottis: yo digo que si el collar es de cráneo de mono, es porque hay un cerebro de mono, los cuales tienen sus manos libres para hacer monerías, las manos libres también sirven para extenderlas a otros, así como para dar la bendición a los hijos, para bailar con la pareja, para dar la paz en la misa al que tenga al lado, no importa si lo conoce o no. ¿Cómo la ve?
Últimamente también cargo un murciélago en mi moral. Si, leyó bien: un murciélago. Observe usted un rato a uno de estos mamíferos: van de un lado a otro en plena oscuridad buscando frutas para alimentarse, sin tropezar, sortean los obstáculos sin chocar. ¿No cree usted que los venezolanos necesitamos de este cerebro? No hablo sólo por las horas sin electricidad a las que estamos sometidos los que vivimos en el interior, hablo sobre todo por las miles dificultades que usted y yo, y más gente en peores condiciones, tenemos que resolver cada día, por ejemplo para dar de comer a nuestras familias. Hay que aprender de los murciélagos.
He colocado en mi morral también un cerebro de pulpo. Supongo que para mover tantos brazos el pulpo debe saber estar atento a todos lados. Así tenemos que estar los venezolanos hoy: la escasez de alimentos y medicinas, las arbitrariedades, las medidas discriminatorias, las balas sueltas y las dirigidas…
Hay otros cerebros necesarios, pero como toda la hoja no es para mi, agrego solo uno más: el de canguro, siempre cargando a su cría en su bolsa, cuidando a los más chicos. Hacen falta muchos canguros hoy en Venezuela porque hay muchas criaturas en riesgo.
Imposible tener todas estas inteligencias y todos esos cerebros en solitario: vaya usted siempre en manada, como los elefantes, que jamás abandonan a un miembro en peligro. Piense con cerebro fraterno, nada de “Sálvese quien pueda”.