La reciente celebración del Día del Padre me lleva a insistir, una vez más, en la necesidad de fortalecer la  familia. Y para tener familias sólidas es necesario que los esposos aprendan a vivir en pareja y a planificar      juntos sus  proyectos de vida.

 Se ha dicho que en Venezuela hay ausencia de padre y exceso de madre y que, por lo general, el hombre  venezolano  es esencialmente  hijo, mucho más  que esposo o padre; por eso sólo tiene relación estable y  duradera con la madre y lo materno.  Para él, la familia es la madre, con la que nunca termina de cortar el  cordón umbilical. El hombre puede  transitar en torno a varias mujeres, en torno a varias familias, sin  terminar de establecerse en ninguna. Los hijos le interesan mientras le interesa la mujer. El padre se  desentiende de los hijos y la mujer asume la responsabilidad casi total de su crianza. El padre queda ausente y la madre se convierte en el eje de la vida familiar.

 Para  llegar a ser auténtico padre,   el hombre debe recuperar la figura de esposo, lo cual va a exigir tomar mucho más en serio el noviazgo, que debería asumirse como una escuela para aprender el amor y entender luego el matrimonio y la familia como una comunidad de amor

 Los novios deberían tener siempre presente la  clásica expresión de Saint Exupery: “Amarse no es tanto mirarse uno al otro, sino mirar los dos en la misma dirección”. El amor no es contemplarse y saborearse mutuamente, sino entregarse ambos a las mismas realidades que comprenden y rebasan los límites egoístas del yo, mediante el esfuerzo y el sacrificio. El noviazgo es un tiempo para conocerse a fondo, para ver si se comparten los proyectos de vida,  para irse preparando para un compromiso total y definitivo. Si el noviazgo es meramente sólo un tiempo para divertirse y pasarlo bien, para explorar los cuerpos y no los sentimientos y los corazones, pronto se llegará al descubrimiento de estar viviendo con un desconocido.  El matrimonio supone  un caminar juntos siempre al encuentro del otro, buscando  la felicidad del otro y encontrando en ella la propia.  El amor es una construcción  nunca acabada que vitaliza la creatividad y transforma a las personas.

 El matrimonio tiene que entenderse como  un noviazgo eterno, que exige mucho cuidado, abnegación y disciplina.  La indiferencia lo gasta y la violencia lo destruye.  Para mantener vivo el amor y poder superar las dificultades y conflictos que sin duda vendrán, es muy importante cuidar los pequeños detalles de la cotidianidad:  mantener el buen humor; ser muy comprensivo con los cansancios, problemas y preocupaciones del otro; cuidarse físicamente para poder ser una ofrenda más agradable; evitar todo lo que desagrada al compañero; escuchar con atención y comunicarse siempre; ser honesto y muy sincero;   evitar la rutina y la monotonía en todo,  también y especialmente  en la vida sexual.

Por: Antonio Pérez Esclarín ([email protected])

@pesclarin        www.antonioperezesclarin.com


Web

Joven emprendedor, creo en Dios y sus promesas, programador, apasionado por las tecnologias y Fundador de Empresario Virtual, poeta http://www.empresariovirtual.org Mil Palabras!