“A mí lo que más me gustó este año fue que no me tenía que levantar tan temprano para ir al colegio. Y lo que menos me gustó fue nos pusieron muchas tareas, algunas no las entendía y que no podía jugar con mis compañeritos”, eso me comentó un pequeño de 8 años. Algunos adolescentes a los que pude consultar coinciden en lo del exceso de tareas, la poca claridad en asignaciones, pero valoran que hubo familiares que les ayudaron con sus obligaciones escolares. También comentaron echar de menos a sus amigos. En un liceo de Fe y Alegría de Caracas, los estudiantes dijeron que sus profesores habían sido comprensivos y muy responsables.

También hay madres que señalan estar muy cansadas y sienten que sus hijos han aprendido muy poco.

Este difícil año escolar que termina tiene sus luces y sombras. Como no tenemos datos oficiales, al menos yo no los conozco, hago mi balance desde lo que leo, desde mi pertenencia al Movimiento educativo de Fe y Alegría, institución que tiene 177 centros educativos desde Cojoro (en La Guajira, estado Zulia, en la frontera con Colombia) hasta Manakru, comunidad pemón, (en la frontera con Brasil), así como del intercambio que tengo con educadores pertenecientes a otras organizaciones.

Lo rescatable

  • A pesar de las dificultades y los bajísimos salarios de los docentes, los más bajos de América Latina, todavía tenemos muchos que perseveran por vocación, unos cuantos subsidiando su labor como educadores a la par que trabajan en otras ocupaciones. Mientras más dificultades hay, más debemos valorar a los docentes y directivos, además del personal administrativo y de mantenimiento.
  •  Se han generado aprendizajes por parte de los docentes: educar a distancia es complejo y es mucho más que simplemente “mandar tareas”. También se ha visto la importancia de la educación emocional, sobre todo por la cuarentena prolongada, al igual que fortalecer el lazo afectivo con los estudiantes, lo cual previene el abandono escolar.
  •  Escuela y familia han sido revalorizados; ambas instituciones se necesitan para educar a distancia, aunque no se trata de que los padres vayan a sustituir a los docentes.
  •  Rescatamos las iniciativas de formación de manera que los docentes  adquieran más herramientas y estrategias. Se nota el interés de los maestros por aprender. Fe y Alegría abrió sus espacios formativos a educadores que no son del Movimiento, quienes han valorado mucho esas oportunidades. Igualmente rescatamos la disposición de diversas universidades para cooperar con los docentes.
  •  El docente necesita, además de formación, acompañamiento, orientación al igual que los padres y las madres. Este acompañamiento aún no es masivo, pero cuando existe, la gente lo agradece. Está relacionado con el tema de la salud mental. Hay organizaciones como la Federación de Psicólogos, CESAP e incluso CECODAP (cuyo trabajo principal es con niños, niñas y adolescentes) que están ofreciendo servicios de acompañamiento psicológico a los docentes.
  •  Hubo flexibilidad en las estrategias para el trabajo a distancia: internet (los pocos que cuentan con conectividad), empleo de teléfonos inteligentes, de la radio (como Fe y Alegría a través de sus 22 emisoras), la televisión y también las guías instruccionales para aquellos que no cuentan con los recursos mencionados. Hay que pensar en la calidad y el impacto educativo que pueda tener cada una de las estrategias empleadas.
  •  Hay organizaciones que están trabajando abiertamente por el derecho a la educación e incluso por el derecho a la educación de calidad, tal como lo establece el artículo 102 nuestra Constitución.
  •  Finalmente, el tema educativo se ha vuelto noticia: los medios de comunicación lo han convertido en un tema de interés para la sociedad. Hacer visibles los problemas y también socializar experiencias o testimonios pueden iluminar a otros.

Lo que lamentamos

  •  Seguimos sin monitoreo, sin generación de datos, ¿Cuántos chicos están siendo atendidos en la educación pública? ¿Cuántos han abandonado? ¿Cuánto han aprendido los estudiantes? Pues se trata no de “pasar el año” sino de que los chicos aprendan. ¿Cuántos docentes quedan?
  •  Las escuelas cerradas han agrandado las desigualdades, los más vulnerables están en peores condiciones y se han profundizado las brechas… Los más pobres y los más pequeños (Educación Inicial y primer grado) y la función socializadora de las escuelas está suspendida.
  •  La infraestructura escolar está abandonada. Las escuelas han sido robadas. Son objeto de vandalismo.
  •  A pesar de experiencias que conocemos, en general tanto maestros como madres y padres no están siendo acompañados de manera masiva.
  •  Los servicios públicos han empeorado: agua, electricidad, transporte… ¿Es posible un retorno a clases presenciales, aunque hubiese vacunación masiva y maestros suficientes, sin trasporte colectivo ni combustible?
  •  Hay que evaluar la calidad del programa “Cada Familia Una Escuela”, recordando que si bien la idea original no es mala, debe haber un equipo que oriente, revise y mejore el producto.
  •  Se necesitan rutas de acción bien pensadas y no medidas tipo cha-cha-cha: un paso para delante y otro para atrás. En educación no se puede improvisar.
  •  Hay que sincerar lo del salario del personal docente. ¿Es mucho pedir que se ajuste al artículo 91 de la Constitución? ¿Usted no sé lo sabe? Se lo recuerdo: “todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas…”. En Fe y Alegría hemos perdido el 35% del personal, a pesar de los esfuerzos hechos por conservarlos.

La educación es una cosa seria, es una dimensión básica para que una sociedad pueda salir de una crisis, es sembrar presente y futuro para niños, niñas y adolescentes. Por esos niños y niñas que se están levantando, por nuestro propio bien, tenemos que salvar nuestra educación y ello supone cuidar a los educadores, pues sin maestros no hay educación no presencial ni a distancia.

Luisa Pernalete