Cada vez que escucho a “Drac” exclamo: ¡ay, Dios!, ¿con qué vendrá ahora? Una simple pregunta me ubicó nuevamente en la realidad que estoy viviendo como maestra. Me la soltó de sopetón viendo su cuaderno: “¿el es-te-tos-co-pio es un recurso tecnológico?”. Usa la computadora y el celular de su mamá mejor que ella, estudia 3er grado. Reviso su cuaderno donde está escrito con una caligrafía muy elegante: “Dibuja los siguientes recursos tecnológicos: termómetro, estetoscopio, radiografía y vacuna”, debajo de esta indicación leo “¿Por qué es importante que un médico use estos recursos tecnológicos?” Mientras me mira expectante, en mi mente giran los rostros de mis estudiantes, la cuarentena, noticias sobre la pandemia, la situación nacional, el choque de enfrentar esta propuesta de educar a distancia y todas sus limitantes.
A diferencia de otros países donde el empleo de diversos recursos tecnológicos forma parte de la práctica pedagógica, por primera vez nuestros estudiantes de Primaria y Media enfrentan y tratan de asumir de una manera inusitada la responsabilidad, con el apoyo de sus familias, de aprender de una forma a la cual no están habituados: desde la distancia y en confinamiento. El Covid19 nos trastocó la vida, obligándonos a realizar una pausa y en estos momentos la necesidad de apoyarnos es fundamental. La cuarentena, si bien cerró espacios para limitar el contagio y proteger el derecho a la vida, también abrió posibilidades a otras alternativas respetando –en cierto modo- el acceso a la educación. No está siendo fácil este “educar a distancia”, pero los docentes lo están haciendo con entusiasmo y creatividad: aquel “atreverse” del padre Vélaz sigue siendo verbo porque hay cientos de oídos receptivos, cientos de corazones que vibran al saberse maestros, que se estremecen al pensar en el hoy de sus alumnos y en el futuro que pueden ayudar a construir… al pensar en el compromiso que asumieron con sus estudiantes.
Cuando aquel 13 de marzo se anunció la cuarentena, me preguntaba: ¿cuánto durará?, ¿cómo seguiré trabajando con mi grupo?, ¿qué haremos?, ¿podrán ayudar los representantes?… No tengo el número telefónico de todos ellos. ¡Mi Dios, son 6to grado! Mi grupo es bueno, pero, amerita -como cualquier otro- reforzar conocimientos para seguir avanzando. ¿No era suficiente trabajar en la escuela en un horario especial debido a las interrupciones eléctricas y la escasez de agua?, ¿hacía falta algo más? La pandemia del Covid19 emergió como un tsunami y de pronto, nos sentimos mortales, finitos. En ese instante me rebelé: tuve la sensación de perder el trabajo hecho con tanto esfuerzo en los últimos casi seis meses, sin embargo, sé quiénes y cómo son mis alumnos, hasta dónde son capaces de esforzarse.
Vivo en el Municipio Cabimas, aproximadamente, a 34 km de mi escuela (ubicada en el Municipio San Francisco), por lo cual todos los días atravieso el puente sobre el lago de Maracaibo. No poseo teléfono celular y, cuando logro conexión con un equipo que me prestaron, cruzo los dedos para que no se “caiga”, se produzca algún “bajón” de electricidad o “cuelgue” la famosa y tan anhelada conexión. ¡Una verdadera odisea! Pero, en este momento, deseo compartir algunos aprendizajes producto de la experiencia vivida durante estas últimas semanas como maestra en “Fe y Alegría-El Manzanillo” con las guías didácticas que estamos utilizando.
Comencé a soñar con unas guías que me ayudaran a seguir el proceso desarrollado en el aula considerando competencias en Lenguaje y Desarrollo del pensamiento (Matemáticas), además de valores. Sintiendo añoranza por mi grupo empecé describiendo procesos, a explicar cada punto como si estuviera frente a ellos y las guías eran extensas, demasiado detalladas. Debo señalar que la Dirección Nacional de Escuela había enviado unas guías didácticas más sencillas, contemplando otros aspectos como Ciudadanía, Pastoral y Educación física, sin olvidar lo psicoemocional; todo esto alrededor de un tema central: el derecho a la salud. Ese material está diseñado para seguir con la metodología de estrategias activas que se está aplicando desde hace dos años, aproximadamente, en los distintos programas de Fe y Alegría (Escuela, IRFA, Educación Universitaria y CECAL).
Me costó mucho aceptar y comprender que en esta nueva coyuntura debía dejar a un lado mi forma de trabajar presencial para hacer un trabajo a distancia más fácil con mis alumnos, tratando de no agobiarlos y respetar los lineamientos emanados desde Fe y Alegría. Ahora debía ser más acompañante que antes. Había realidades que considerar: no todos mis representantes tienen computadoras, conexión a Internet o teléfonos inteligentes, no poseen los medios para imprimir (de manera que pudieran revisar las guías todas las veces que quisieran), pocos tienen biblioteca o libros de consulta en sus casas, la mayoría también deben ayudar a sus otros hijos a estudiar…
Las guías didácticas diseñadas por Fe y Alegría abordan conocimientos esenciales orientados a desarrollar competencias mediante actividades que les permiten a los padres atender a sus hijos, acercarse a ellos y fortalecer los lazos familiares. En las conversaciones que he tenido con algunos representantes me han manifestado la sensación de sentirse bien, mientras otros están un poco inseguros sobre cómo asumen su rol de “maestro” (“uy, maestra, yo no recuerdo mucho fracciones… buscamos en internet… hasta tuve que repasar las tablas otra vez, porque siempre he usado el teléfono… mi hermano me ayuda con mi hijo…”) o se sienten agobiados (“son muchas tareas… debo ayudar a mis otros hijos también… no me llegó la guía… se han acumulado varias tareas…”). Pese a esos detalles, realmente me agrada la confianza que están adquiriendo y sé que, a partir de esta cuarentena, valorarán más el trabajo de los maestros.
Tuvimos un conflicto fuerte cuando seguí enviando mis guías a los representantes y la abuela de uno de mis estudiantes me comentó que algunos estaban molestos porque “… son demasiadas tareas… son muy largas… detalla demasiado… además igual recibimos la guía de la escuela ¿cuál debemos hacer?…”. ¡Estaban recibiendo dos guías al mismo tiempo, la enviada desde la institución y la elaborada por mí! Aquí nos detuvimos, fue necesaria la intervención de la coordinadora pedagógica para aclarar la situación y conciliar. ¿Muy largas? Traté de hilvanar lo que hacíamos en el aula mediante las guías, pero reconsideré el cómo y el para qué de cada una. En los actuales momentos estoy tratando de simplificar, además me dedicaré a abordar específicamente los ejes de Lenguaje, Matemáticas y Valores; de tal manera que, desde los aportes que brinden las distintas coordinaciones que existen en la institución (Ciudadanía, Pastoral y Psicoemocional), conjuntamente con los docentes de Educación Física y Manualidades, se pueda enriquecer el trabajo semanal desde diferentes perspectivas.
A los representantes les ha llamado mucho la atención el asunto de educar las emociones, hablar de ellas y escuchar cómo se han sentido sus hijos cuando los han regañado fuertemente o han sido maltratados. “Ahora conversamos todo en familia”, me dijo una mamá. Igualmente han disfrutado mucho con los juegos y dinámicas, además de las técnicas de relajación (o visualización) que han desarrollado. Esto nos da pista para ir pensando el trabajo que podemos desarrollar posteriormente con ellos mediante charlas, minitalleres o convivencias.
Siempre he tenido la certeza de la importancia de la cercanía, del cariño, el apoyo y la confianza que debe existir entre el maestro y el estudiante, pero, esta cuarentena lo sacó a flote. Nos extrañamos; anhelan compartir, jugar, correr…, hacer todo eso que convierte a la infancia en la etapa más hermosa de la vida. Pero entienden el porqué no se puede hacer, saben de responsabilidad y corresponsabilidad; que todo tiene su tiempo. ¡Qué gran diferencia existe entre el mirarnos, escucharnos o sentirnos cada tarde y estar sentada frente a una computadora planificando la guía de la próxima semana! Simplemente, hay que esperar y el mismo tiempo nos dirá hasta cuándo.
Estamos aprendiendo otra forma de aprender y enseñar, ¡incluso hasta de desaprender! Hay muchas interrogantes sobre: ¿cómo será el proceso de cierre de cada momento (2do y 3ro)?, ¿cómo comprobar el logro de las competencias?, ¿será suficiente la estrategia del portafolio?, ¿qué descubriremos detrás de lo plasmado en cada hoja?…
Algo que deberíamos enseñarles a nuestros alumnos es, como lo llamaba la UNA, el autocontrol del comportamiento de estudios, el cual va más allá del diseño de un horario donde se especifica el tiempo libre y el destinado al estudio como tal.
Para nadie ha sido fácil esta experiencia, pero, cuando ves en las fotografías los rostros sonrientes de tus estudiantes o representantes compartiendo una actividad, sabes que están disfrutando de SU momento. Eso es lindo, porque cada instante compartido genera un aprendizaje y todos nuestros niños necesitan tanto del amor como de la cercanía de sus padres y representantes. Como decía Alí Primera, en “La canción del lunerito”: “… niño al que dan cariño, sentirá amor por los niños cuando la vida le crezca, es un circulo vital…”. Quizás más adelante podamos decir que no se trabajó en balde.
Al final, no sé si la maestra de “Drac” sabe realmente si el estetoscopio es un recurso tecnológico.
Por Elda Rondini Cordero
E.B. “Fe y Alegría – El Manzanillo”
Fe y Alegría – Región Occidente