LP21Mahatma Gandhi nació el 2 de octubre de 1869 y hoy, en el 2016, sus “Experimentos con la verdad”, como tituló lo que se conoce como su autobiografía, siguen siendo pertinentes y yo diría indispensables para humanizar este país.

Quiero recuperar dos elementos centrales de la filosofía de esa Alma Grande, que es lo que significa Mahatma: su búsqueda de la verdad (“Satyagraha”, firmeza en la verdad) y la propuesta de no-violencia (el “Ahimsa”, la acción sin violencia), esta última no sólo como una manera de resolver los conflictos sino casi como una opción de vida, pienso yo, para relacionarse.

Para conseguir la verdad se requiere humildad. Lo expresa Gandhi en la introducción de su autobiografía: “Los instrumentos para investigar la verdad tienen tanto de sencillo como de difícil. Para la persona arrogante pueden parecer imposibles, mientras que son muy posibles para un niño inocente”. Y añade: “Quien busque al verdad debe ser tan humilde como el polvo.

El mundo aplasta al polvo bajo sus pies, pero el que busca la verdad ha de ser tan humilde que incluso el polvo pueda aplastarlo”. ¡Imaginen eso! Esto lo decía un hombre que para ese entonces, en 1925, ya era conocido por su lucha no–violenta a favor de los oprimidos, los discriminados: ¡llevaba 22 años en Suráfrica y varios más en la India luchando! Este tema de buscar la verdad –Dios, para él– desde la sencillez y la humildad se puede percibir en toda su autobiografía. Esto se traducía, entre otros, en su actitud de no aceptar prebendas ni para él ni para su familia, nada de privilegios, nada de sentirse superior. Leo y releo y me digo cuánta humildad necesitamos los venezolanos hoy para salir de este túnel, cuánta humildad necesaria incluso para ver las velitas en medio de la oscuridad, ¡porqué de que las hay, las hay! Humildad para conseguir al verdad, eso también lo decía San Agustín: “Para conseguir la verdad se necesitan tres cosas: primero humildad, segundo humildad, tercero humildad”. Un poco de Gandhi le vendría bien a nuestra dirigencia. Por cierto, en este tema de la búsqueda, Gandhi dialogó con otras religiones, valoró el cristianismo, conversó con los musulmanes y luchó por ellos, insistió en la unidad entre musulmanes e hindúes en su país… en fin: nada de “pensamiento único y uniformado”. ¿Cómo nos suena?

En cuanto a su otro principio, el de la no-violencia, lo va desgranando como lo aplicó en muchas luchas. Destaco varias cosas: la coherencia necesaria entre medios y fines: “El fin está en los medios como el árbol en la semilla”, decía. “La humanidad no puede librarse de la violencia más que por la no-violencia”; también proclamaba que responder con odio equivalía a agravar los efectos. Lo más difícil era el tema de la conducta en esto del satyagraha, “Conducta en este caso no significa simplemente comportarse con amabilidad y hablar en forma cultivada, sino una cordialidad […] y el deseo de hacer un bien al adversario”. (pág. 401). ¿Cómo les parece? En otras palabras, si usted quiere que sus hijos o alumnos dejen de gritar, no les grite usted; si usted quiere diálogo con el otro, no extienda una mano con alambre de púas; si usted quiere respeto de su oponente, no le insulte ni amenace.

La no–violencia es cosa de valientes. Esto se ve en todas las luchas de Ghandi: hay que ser valiente, muy valiente para ejercer autoridad, para llevar acciones con métodos no violentos; con armas y tanquetas es fácil la cosa, pero no conseguiremos paz duradera. Por supuesto, ser pacífico no supone para nada ser pasivos.

Gandhi está hoy en Venezuela. En junio pasado se creó el Capítulo Venezolano de Gandhi y estaremos celebrando la Semana de la No – violencia. Un nieto de Gandhi nos está visitando para cuando estas líneas salgan. A Gandhi lo estamos necesitando en nuestras casas, en nuestras escuelas, en nuestras calles.
Luisa Pernalete

Gandhi, M. (1993). Autobiografía. La historia de mis experimentos con la verdad. 2da edición. Caracas, Venezuela: Monte Ávila Editores.


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