Ideas clave

La adquisición de conocimientos no es un proceso puramente racional, sino que está entrelazada con nuestras emociones, armonizando la memoria y la adquisición de conocimiento. Para entender la sinfonía entre emociones y aprendizaje, necesitamos un marco conceptual sólido que abarque la neurociencia cognitiva, la psicología cognitiva y la neuroeducación.                            

La neurociencia cognitiva investiga cómo el cerebro recibe, integra y procesa la información, analizando los procesos mentales en relación con el sistema nervioso.

La psicología cognitiva estudia los procesos mentales que subyacen a la capacidad de razonar, pensar, asimilar nuevos conocimientos y resolver problemas.

Las emociones son un proceso psicológico complejo que nos prepara para adaptarnos y responder a nuestro entorno, siendo claves para la supervivencia. Implican estímulos, procesamiento cognitivo, cambios fisiológicos, patrones expresivos y efectos motivadores.

El cerebro influye en las emociones:

– Relación bidireccional: El cerebro influye en las emociones y las emociones afectan el funcionamiento cerebral.

– Impacto en la atención: Las emociones actúan como filtro primario, activando la atención.

– Influencia de memoria: Las experiencias con carga emocional intensa son más fáciles de recordar.

Las emociones son un imán para nuestra atención, cuando algo nos emociona nuestra atención se dispara, pero si nos aburre o nos da igual, pues es muy difícil que prestemos atención y que recordemos esa información.

Los estados emocionales de los estudiantes, son determinantes en la eficacia del proceso de aprendizaje, las emociones positivas actúan como catalizadores esenciales, mientras que las negativas pueden tener efecto perjudicial significativo.

Las emociones positivas: la alegría y el entusiasmo activan el cerebro límbico, estimulando la producción de dopamina y acetilcolina, lo que facilita el aprendizaje y la memoria a largo plazo. 

Las emociones negativas: el estrés y la ansiedad imposibilitan el aprendizaje de orden superior al sobreactivar la amígdala (secuestro de la amígdala). Altos niveles de cortisol interfieren con la consolidación de la memoria, por ello la ansiedad debe abordarse primero.

La neuroeducación ofrece un marco sólido para la innovación pedagógica, traduciendo el conocimiento cerebral en estrategias didácticas.

Para lograr la sinfonía de emociones y aprendizaje debemos:

– Fomentar la curiosidad: integrar anécdotas, acertijos,  videos y juegos para despertar la atención y la dopamina.

– Gamificación y multisensorialidad: el aprendizaje basado en juegos y el uso de elementos visuales, auditivos y kinestésicos activan múltiples áreas del cerebro.

– Práctica activa y retroalimentación: consolidar el conocimiento aplicándolo y recibiendo retroalimentación oportuna para fortalecer conexiones neuronales.

– Conectar experiencias previas: aprovechar saberes y vivencias previas para hacer el nuevo conocimiento más significativo y emocionalmente relevante.

– Integrar las artes:  música, teatro, dibujo…activan el aprendizaje, la creatividad y mejoran la memoria.

Las emociones son neutras, no son ni buenas ni malas, sino la manera cómo nosotros las  gestionamos. En este sentido, la tristeza, la rabia van a tener un impacto significativo, porque la tristeza va a bajar la capacidad de concentración de los estudiantes y va a reducir su motivación.

El bienestar docente es otro pilar clave, educadores emocionalmente competentes crean entornos más efectivos, por ello es vital que los docentes acepten y expresen sus emociones, identifiquen causas y construyan redes de apoyo.

Para lograr el bienestar emocional estudiantil es vital preguntar a los estudiantes cómo se sienten, mostrar interés genuino, involucrarlos en el diseño de la clase y fomentar el trabajo en equipo.

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