Ideas clave

El pensamiento matemático es la capacidad de comprender, analizar y aplicar conceptos matemáticos* para resolver problemas en diferentes contextos, desarrollando habilidades como la lógica, la extracción, el razonamiento y la capacidad para encontrar patrones en el mundo que nos rodea.

Las matemáticas son una herramienta esencial para la vida cotidiana. Algunas de sus aplicaciones más comunes son:

–  El manejo del dinero, comparar precios, calcular descuentos y administrar presupuesto.

– En la alimentación, para medir ingredientes, calcular proporciones y ajustar recetas según la cantidad de personas.

– En los viajes podemos calcular distancias, el tiempo recorrido y el consumo de combustibles.

– En el deporte, analizar estadísticas, medir tiempos.

– En las finanzas personales, comprender tasas de interés, cuotas y planificar gastos.

Fomentar el pensamiento matemático no significa solo enseñar a sumar o restar*, sino ayudar a los niños a desarrollar habilidades de análisis, lógica y resolución de problemas, que son herramientas claves para la vida.

El pensamiento matemático comienza a desarrollarse desde los primeros meses de vida.* Los bebés desarrollan nociones básicas de cantidad y permanencia de objetos, que sientan las bases para el razonamiento matemático.

Para que los niños desarrollen el pensamiento matemático* es fundamental fortalecer una serie de habilidades que se adquieren progresivamente a través del juego, la exposición y la interacción con el entorno:

– Permanencia de objetos, comprender que algo existe, aunque no lo vean.

– Exploración a través de la observación y manipulación (comparar, clasificar, medir y ordenar objetos, lo que permite reconocer relaciones entre ellos).

– Clasificar, agrupar objetos según características comunes como el color, facilita la comprensión de secuencias y la noción numérica.

– Identificar secuencias repetitivas de color, forma, sonido, movimiento, ayuda a predecir y organizar información.

– La cuantificación, que implica distinguir entre, mucho o poco, algunos, todos o ninguno.

– Trabajar con figuras 2D y 3D que ayudan a construir la percepción espacial y la geometría.

– La orientación espacial, que ayuda a comprender conceptos como arriba, abajo, cerca, lejos, ayer, hoy.

– Probabilidad y estadística, que introduce la posibilidad y el análisis de datos de manera básica.

Lograr que las matemáticas sean comprensibles y útiles para los niños se logra aplicando conceptos de la vida diaria, en lugar de solo memorizarlos*, lo cual implica resolver problemas reales, relacionar las matemáticas con situaciones cotidianas como repartir juguetes, medir ingredientes en la cocina o comparar alturas.

Estrategias para mejorar la enseñanza de las matemáticas en el aula:

– Brindar espacio para pensar.

– Permitir que el niño explore diferentes soluciones por sí mismo, desarrollando autonomía y pensamiento crítico.

– Utilizar recursos didácticos como el ábaco, la regleta y las balanzas, porque permiten que los niños visualicen y manipulen cantidades.

– Repetir ejercicios en diferentes contextos, lo que permite la generalización de conceptos.

– Presentar desafíos complejos.

– Reforzar la explicación de las actividades con ejemplos concretos y gráficos

– Mostrar la utilidad en situaciones y/o problemas del entorno

– Usar el juego y tecnología, lo que implica incorporar rompecabezas, aplicaciones interactivas, actividades digitales.

La clave está en enseñar matemáticas en contextos lúdicos y significativos, cuando los niños experimentan con materiales concretos y resuelven problemas cercanos a su contexto el aprendizaje se vuelve atractivo e interesante. Si logramos que las matemáticas sean accesibles y significativas los niños crecerán con menos miedo y con más confianza en esta área.

Ayudar a los niños a aprender los números sin recurrir a la memorización* implica enseñarles a comprender qué significan y cómo se usan en contextos reales. Algunas estrategias efectivas:

  1. Relacionar los números con cantidades reales: usar objetos concretos: cubos, frutas, tapas, bloques. Ejemplo: “Aquí hay 4 mangos. ¿Cuántos tienes tú? Contémoslos juntos.” Así entienden que el número representa una cantidad, no solo un símbolo.
  2. Asociar número– cantidad– palabra: mostrar el número escrito (4), decirlo (“cuatro”) y representarlo con objetos (cuatro botones). Esto fortalece la comprensión desde lo visual, lo auditivo y lo manipulativo.
  3. Contar en el juego y la rutina diaria: contar los pasos al caminar, los cubiertos en la mesa, los compañeros presentes. Ejemplo: “Vamos a contar cuántos lápices hay en la caja.” Los números se aprenden mejor en acciones significativas y repetidas.
  4. Usar juegos que impliquen contar y comparar: lotería, dominó, cartas numéricas, dados, ruletas, juegos de recorrido, promueven el conteo, la correspondencia uno a uno y la comparación de cantidades.
  5. Cantar canciones con conteo: “Cinco monitos”, “Diez en la cama”, “Un elefante se balanceaba”, refuerzan la secuencia numérica de forma divertida y repetitiva.
  6. Clasificar, agrupar y seriar: ordenar objetos por tamaño o cantidad, agrupar por colores, hacer torres de distinta altura. Esto desarrolla el pensamiento lógico, base del concepto numérico.
  7. Dar tiempo y permitir errores: evitar corregir de inmediato. Dejar que el niño se autorregule y descubra la respuesta. Celebrar el proceso, no solo la respuesta correcta.

Para trabajar con niños con alguna discapacidad, necesitamos apoyo de los especialistas, pero se pueden realizar algunas acciones:

  1. Usar materiales concretos y manipulativos: bloques, regletas, fichas, ábacos, objetos reales. Ideal para niños con discapacidad intelectual, visual parcial o dificultades de procesamiento abstracto.
  2. Incorporar apoyos visuales y pictogramas: usar imágenes, gráficos, esquemas y colores para explicar pasos y relaciones. Esto ayuda a niños con TEA, dislexia o dificultades de comprensión verbal.
  3. Explicar paso a paso, de forma clara y lenta: dividir los problemas en pasos simples y guiados, repetir y reformular si es necesario, usar frases cortas y un lenguaje accesible.
  4. Aprovechar el juego y la música: juegos de mesa, canciones con conteo o rutinas numéricas.
  5. Incorporar el movimiento: actividades que involucren el cuerpo: saltos para contar, formar figuras en el piso, ordenar objetos grandes. Útil para niños con hiperactividad o baja motivación.
  6. Dar más tiempo y permitir distintos modos de respuesta: tiempo extendido para resolver ejercicios. Permitir que respondan con dibujos, manipulación, señas o apoyos tecnológicos si es necesario.
  7. Personalizar según necesidades individuales: adaptar los contenidos, materiales y objetivos según el tipo y grado de discapacidad. Usar ajustes razonables: agrandar texto, eliminar distractores, reducir cantidad de ejercicios.
  8. Usar tecnología de apoyo: aplicaciones interactivas, calculadoras visuales, lectores de pantalla, tabletas.
  9. Fomentar el refuerzo positivo y la confianza: celebrar los logros, por pequeños que sean. Usar frases como: «¡Lo hiciste bien!», «Vamos paso a paso», «Inténtalo otra vez, yo te ayudo».
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