Ideas claves
La educación integral debe educar a toda la persona: conocimientos, sentimientos, valores, razón, actitudes.
La boca de un docente debe hablar para sanar, levantar, animar, consolar y proclamar buenas noticias.
Ser educador implica educar nuestra boca, nuestras manos, nuestros pies, nuestros corazones y nuestros ojos, para ofrecer una pedagogía de servicio.
Cuando educamos nuestras entrañas en el amor, seremos capaces de hacer un mundo nuevo, más justo, más pacífico y más lleno de vida.
La pedagogía es el camino en el que maestros y profesores acompañan a sus estudiantes en su transitar hacia el desarrollo.
La pedagogía parte de la experiencia que llevan a una acción comprometida para la humanización de la sociedad.
Con la pedagogía de la interioridad debemos ayudar a que los estudiantes exploren su ser interior. La interioridad es el lugar de las preguntas y del encuentro con uno mismo.
Vivimos en un mundo donde la información no nos permite «conocer» y, por tanto, no adquirimos sabiduría. De allí la importancia de cultivar la interioridad para alcanzar sabiduría.
La pedagogía del silencio es un valor comunicativo que debemos cultivar en la escuela. Con el silencio se logra fijar la atención en el aprendizaje.
El silencio es imprescindible para contemplar el mundo e interiorizarlo.
La pedagogía de la solidaridad es clave para educar en el bien común. Educar para ver al otro no como extraño, sino como semejante.
Educar en y para solidaridad no es solo colocarnos a la par del otro, sino hacer eco de denunciar la opresión, la violencia, el maltrato, la explotación, el machismo.
Educar en y por la solidaridad implica organizar nuestras aulas en espacio para fomentar el servicio, la cooperación y el trabajo en equipo.
La pedagogía de la contemplación se dirige hacia la educación de la estética, a partir de la cual los estudiantes podrán disfrutar de la belleza del entorno. A su vez, permite educar la mirada de los hechos reales, descubriendo en ellos la acción de Dios.
Otra forma de educar integralmente es la pedagogía de la crítica, la cual ayuda a entender mejor el mundo en el cual vivimos. Esta pedagogía evoca el pensamiento que conlleva hacia el razonar con criticidad.
La pedagogía de la creatividad capacita a los estudiantes a crear, inventar y producir. Educar en la creatividad evita que la educación rutinaria menoscabe los aprendizajes.
Con la pedagogía del amor y la esperanza, el docente puede salir con ilusión día tras día a educar integralmente a sus estudiantes.