El que el gobierno haya perdido la brújula y pretenda regresarnos a un supuesto socialismo de cuño cada vez más estalinista y sectario, que acapara en la persona del Ejecutivo todos los poderes, no permite la crítica o disidencia, y está acabando con el aparato productivo del país, no puede llevarnos a perder las perspectivas y echarnos en los brazos de la derecha neoliberal que siempre se opondrá a los necesarios y profundos cambios sociales que hay que llevar a cabo, tanto a nivel de Venezuela como a nivel mundial. Para mí, la mayor tragedia del chavismo es que con su discurso redentor y su ineficacia en crear modelos alternativos ha socavado las bases del genuino socialismo.
Porque sin duda alguna, nuestro actual mundo es cada vez más inhumano y más cruel y, en consecuencia, debemos abocarnos a cambiarlo. El 10 de diciembre de 1948, cuando el mundo seguía estremecido ante el horror de los campos de extermino nazi y de la barbarie de la Segunda Guerra Mundial que ocasionó unos 50 millones de muertos, dejó ciudades enteras convertidas en escombros, y nos asomó al poder destructor de las armas nucleares, un centenar de países reunidos en París, firmaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos los seres humanos nacen libres y son iguales en dignidad y derechos”. Hoy, después de 66 años de aquella firma solemne, el mundo es más desigual e injusto que nunca.
En 2015, el 99% de la riqueza del mundo está en manos del 1% de la población, unos 70 millones de personas. De ellos, el 95% son varones. Esos 70 millones de prepotentes basan todo su poderío económico en el manejo omnímodo y determinante de algunos sectores productivos muy importantes como la industria farmacéutica, las finanzas y la banca, la sanidad y el negocio de los seguros.
Mil doscientos millones de personas en el mundo (entre ellos cada vez más venezolanos) deben vivir con menos de un dólar al día y junto a los grandes aeropuertos de algunas ciudades, hay hoteles para perros o gatos a 170 dólares la noche. El gasto militar en el mundo supera ya el billón, es decir, el millón de millones, de dólares al año. Aumenta el gasto militar y aumenta la miseria. Con tan sólo lo que se gasta en armas en diez días, se podría proteger a todos los niños del mundo, y sin embargo cada día mueren 30.000 niños por enfermedades fácilmente prevenibles y curables como el hambre, la deshidratación y la diarrea. La fabricación de armas es la industria más próspera a nivel mundial, seguida por el narcotráfico, que mueve al año unos 500.000 millones de dólares
Es evidente que nuestro mundo es inhumano y necesitamos cambiarlo. Yo sueño y trabajo por un mundo en el que nadie domine a nadie, nadie robe a nadie, nadie discrimine a nadie, sin ser castigado legalmente ¿Socialismo? Si entendemos por ello una sociedad más justa e igualitaria, productiva y tolerante, por supuesto que sí. Pero si siguen empeñados en llevarnos a experiencias fracasadas que han aumentado la corrupción, el clientelismo, la inseguridad, la inflación, la escasez y la pobreza, ¡No!
Por: Antonio Pérez Esclarín ([email protected])
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