
No hay que esperar tener 18 años para que la persona se considere “ciudadano o ciudadana”. La formación para la ciudadanía se enseña y se aprende, por esto debe comenzarse desde pequeño en el hogar y, paulatinamente, se va ejerciendo a medida que se crece.
La ciudadanía tiene que ver con normas de convivencia, con derechos y deberes, con la construcción del “Bien Común”. Tiene que ver con el imperio de la Ley, leyes para cobijarnos y protegernos a todos; es lo contrario a la “Ley de la selva”, donde gana el más fuerte, el más rápido, el más grande.
Repetimos, la ciudadanía comienza en el hogar cuando se establecen normas y acuerdos, se educa con el ejemplo y luego continúa simultáneamente en la escuela desde la Educación Inicial. Veamos algunas maneras de hacerlo.
Lo primero que se debe anotar es que educar para la ciudadanía no es algo de unos días especiales en el año (aunque nunca está de más resaltar algunos aspectos), sino que es algo que debe permear el trabajo en el aula: se requieren momentos de estudio, se necesitan estrategias creativas, amerita del trabajo en común, pues como ya señalamos la ciudadanía tiene que ver con la construcción del Bien Común.
Algo que puede hacerse desde la Educación Inicial es elaborar los acuerdos de convivencia: qué se va a aceptar como bueno y qué no se va a aceptar, establecer la necesidad de respetarse mutuamente. Por ahí se empieza: porque hay tanto deberes como derechos en el salón de clases. Por supuesto, a medida que se avanza en edad, estos acuerdos se van volviendo más complejos, por ejemplo, se añaden derechos y deberes contemplados en la LOPNNA (los estudiantes deben conocer esta Ley que los protege, pero que igualmente establece cuáles son sus deberes, como bien lo señala el artículo 91, que tiene 10 literales). Este artículo indica que los NNA han de respetar las leyes, a sus padres, a sus educadores, al ambiente… No olvidemos que entre sus derechos están los de opinar, organizarse, defender sus derechos, el buen trato, entre otros.
Cuando se trabaje el derecho a la participación, establecido tanto en la CRBV como en la LOPNNA, es muy útil organizar elecciones de voceros o delegados por aula. Nombrar el “Consejo Electoral”, por ponerle un nombre, que será el encargado de organizar esas elecciones para que sean limpias y participativas, estableciendo previamente los deberes de esos delegados o voceros.
El deber de conservar el ambiente (recordemos que la Educación Ambiental es obligatoria según lo establecido en el artículo 107 de la CRBV) puede comenzar por ese jardín que está a la salida del salón, cuidar el patio, trabajar con las tres erres (reciclar, reutilizar, reducir el consumo). Es muy educativo hacer jornadas de limpieza de los jardines, de sembrar y conservar, pero, debemos “poner esa tarea” para desarrollar en el hogar.
En el fondo de la educación para la ciudadanía está la promoción de la cultura democrática: democracia para tomar decisiones, sin atropellar a nadie. Esto supone que tengamos climas democráticos en los centros educativos.
Detectar problemas en el entorno que puedan afectar el bien común es otra estrategia importante en la formación en y para la ciudadanía como, por ejemplo, la situación de la basura, lo del rayado en las calles para el paso peatonal, la recuperación de espacios públicos para la recreación sana ¡qué es un derecho! Participar para mejorar la comunidad es un comportamiento ciudadano.
Cuidar el agua (tan escasa en muchas comunidades y escuelas del país), saber ahorrarla o reportar los botes de agua limpia es actuar como buen ciudadano.
Saber argumentar cuando hay un problema de vulneración de los derechos, ensayar cómo lo llevarían a la Defensoría de Derechos del Niño, por ejemplo, es una estrategia útil y creativa. Detectar la vulneración del derecho, saber redactar la denuncia, conocer dónde quedan las instancias para defenderlo y proponer soluciones puede convertirse en una experiencia enriquecedora para la escuela.
Las matemáticas se pueden poner al servicio de la formación ciudadana: hacer encuestas entre vecinos para vivenciar la “contraloría social”; los alumnos mayores podrían indagar, por ejemplo, cuál es el presupuesto del Municipio destinado a educación, espacios para recreación… Eso aumenta la conciencia ciudadana.
Otra estrategia que ayuda es hacer estrofas con los aprendizajes adquiridos por los estudiantes. Coloco un par de ejemplos:
Los niños tienen derechos/ lo oí en una reunión/ y deben ser respetados/ lo dice la Convención.// Y los niños que trabajan/ se pueden organizar/ también eso es un derecho/ que se debe respetar.// Si en tu barrio no hay escuelas/ ni sitio pa´ recreación/ ponte pilas con los otros/ y arma tu organización. //
Si no conoces las leyes/ que apoyan tu protección/ anda y busca a tu maestra/ y que te dé la lección.// También están los deberes/ que tienes que respetar/ no los eches para un lado/ no los vayas a olvidar.//
De igual forma es urgente que los NNA sean difusores de la conciencia ciudadana, como el alertar a los padres sobre la importancia de respetar las leyes de tránsito. Todos debemos hacer conciencia que respetar el semáforo es respetar la vida de los demás y la propia vida, por ello los NNA pueden convertirse en portavoces de esa urgencia ciudadana. Las escuelas podrían organizar campañas en su entorno para divulgar los derechos, deberes y las normas que deben regular a choferes, ciclistas, motociclistas y peatones.
Como verán, hay mucho que hacer. Es mejor hacer algo ahora y no seguir viendo cómo se reduce el comportamiento ciudadano, tan necesario en nuestro país.